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SAN LUIS POTOSÍ, SLP, 3 de noviembre de 2018.- En 2008, miembros del cabildo propusieron ante la Unesco la posibilidad de que San Luis Potosí fuera considerado patrimonio histórico de la humanidad. El proyecto fracasó en pleno tramite en España, a falta de un documento que nunca llegaría y que certificaba la preservación del sitio fundacional de la ciudad.
El sitio en cuestión era el municipio de Cerro de San Pedro. La preservación nunca llegaría por la minera que llegó a saquear los cerros, destruyéndolos con total libertad.
Algunas reminiscencias se trasladan a los años de lucha, opositores a la instalación de la minera San Xavier en Cerro de San Pedro, filial de la empresa canadiense New Gold Inc., intentaron salvar a los cerros de la aniquilación que ya era inminente. La suerte estaba echada y aquello era el principio del fin, arrasarían con el único símbolo real que subsistía, el mismo que fue plasmado con orgullo en el escudo de armas.
Los opositores intentaron frenar el avance minero de New Gold a costa de todo, hubo sangre y muerte en aquellos años. Hoy la resistencia continúa sin optimismo que la justifique, de a poco se llega a la resignación, porque contra las trasnacionales simplemente todo en contra es imposible.
Lo que más pesa es que ese cerro del escudo de armas ya no exista más. La posibilidad de que San Luis Potosí sea reconocido por el mundo como una ciudad colonial de autenticidad comprobada se ha esfumado para siempre. En esa ruta se encuentra la misma extinción del pueblo si no se pasa a la acción.
Cuando Miguel Caldera llegó a Cerro de San Pedro en 1592 supo que en ese lugar sería imposible fundar una ciudad. La falta de agua descartó que allí pudiera sembrarse algo; porque no es un lugar para cultivar, sino para asolar. Lo único que le quedaba al pueblo era la minería.
Un lugar que fue concebido para ser explotado no puede escapar nunca de su realidad. Cerro de San Pedro sin la explotación de sus cerros está condenado a morir. Eso es así. Una paradoja cruel pero cierta.
Joaquina, por ejemplo, es una habitante de Cerro que sobrevive gracias a los trabajos paralelos, de compromiso social, que lleva a cabo New Gold. Si bien la destrucción de cerros es lo más importante, rehabilitar las calles y destacar la historia del pueblo es la forma en que New Gold recompensa el daño y genera fuentes de empleo.
Sabe, Joaquina, que en Cerro de San Pedro no hay otro camino, es la destrucción lo que saca a flote el lugar. En cuanto a la carga simbólica que ha sido arrasada con el monte le importa poco, primero es vivir luego contemplar.
Al término de sus actividades mineras, New Gold Inc. se marchará de Cerro de San Pedro. Y entonces no habrá más de dónde rascar. Lo único que le quedará a los sanpetrinos es aferrarse al turismo, a la historia y la cultura que deambularán entre el cascajo y la ruina.
Una vez que el cerro desaparezca, el sitio fundacional se habrá vuelto un mito. Guardadas las distancias, el misticismo de Cerro de San Pedro será apreciado como quien reconoce las siete maravillas del mundo antiguo: se sabe que estuvieron allí por lo que se dice de ellas, su valor alcanza otro nivel porque dejó de ser tangible para volverse etéreo.
El mundo se transforma y será cada vez más común ver caer monumentos, la destrucción es un proceso consustancial. De estas ruinas modernas habrá que empezar a hablar.