
Aumentan parejas interculturales por redes sociales y migración en SLP
Historiadores de la región como Edgardo Govea y Lucas Hernández Salinas, recordaron los 172 años de la presentación del Plan político y eminentemente social, proclamado en Rioverde, San Luis Potosí, por el Ejército Regenerador de Sierra Gorda el 14 de marzo de 1849, una visión de país que se adelantó a los manifiestos de la Revolución Mexicana.
A mitad del Siglo XIX, Eleuterio Quiroz encabezó la rebelión de la Sierra Gorda, una sublevación que contó con la simpatía de los habitantes serranos, especialmente de muchos pequeños arrendatarios y peones de las haciendas, inconformes con la situación que prevalecía en esa época.
En la ciudad de Rioverde, el 14 de marzo de 1849, Quiroz divulgó el llamado “Plan Político y Eminentemente Social del Ejército Regenerador de Sierra Gorda”, una proclama que comprendió 22 artículos con contenido reivindicatorio agrario y político.
Este Plan reconocía el contenido de la Constitución Federal de 1824 y el Acta de Reformas de 1847; no toleraba más culto que el católico, apostólico y romano. Pedía, además, que Ramón Adame y don Mariano Ávila regresaran a sus puestos como gobernador y vicegobernador del estado de San Luis Potosí.
Asimismo, prevenía que el Congreso General se ocupara de dictar leyes, verdaderamente justas y sabias, que arreglaran la propiedad territorial bien distribuida, a fin de que las clases menesterosas del campo mejoraran en su situación.
Claramente aparece un reclamo agrario en su contenido, se pedía que se erigieran en pueblos las haciendas y ranchos que tuvieran más de mil quinientos habitantes en el casco y los elementos de prosperidad necesarios.
Los legisladores se darían a la tarea de arreglar el modo y términos de la distribución de las tierras y de la indemnización a los propietarios.
Se buscaba repartir la tierra inculta, los arrendatarios de las haciendas y ranchos sembrarían las tierras a una renta moderada, y de ninguna manera las trabajarían “a partido”; los propietarios se obligarían a repartir a los arrendatarios los terrenos que no sembraran por su cuenta.
Se resaltaba que los trabajadores no harían faena ni servicio algunos que no fuera justamente pagados. Los peones y alquilados que ocuparen los propietarios serían satisfechos en dinero o en efectos de buena calidad, a precios corrientes de plaza.
Naturalmente estas proposiciones le atrajeron a Quiroz una multitud de adeptos y cundió rápidamente en algunos poblados de la región inmediata a Rioverde, en los estados de Querétaro, San Luis Potosí y Guanajuato.
Este Plan aseguraba que a los habitantes de la Sierra Gorda que defendieran con las armas este Plan político y eminentemente social, y en justa retribución a sus servicios, quedarían exentos de toda contribución directa o indirecta y del pago de obvenciones parroquiales.
Los expresados habitantes recibirán además del Gobierno General un despacho en que constara la clase en que sirvieron cada uno a las órdenes del Jefe del Ejército Regenerador, para que les sirviera de credencial a fin de gozar de las franquicias concedidas.
Este plan, tan ambicioso como ilusorio, logró seducir a gran cantidad de gente, que en él vio la oportunidad de obtener algunos beneficios. Se nota la injerencia de don Manuel Verástegui Suárez, vecino de Rioverde y enemigo político del gobernador Julián de los Reyes, quien trabó contacto con los rebeldes y dotó de contenido político al movimiento de Quiroz.
Tras emitir el Plan, Eleuterio logró entablar negociaciones con el general Anastacio Bustamante, las cuales se cristalizaron en los acuerdos de la Noria de Charcas en mayo de 1849. Con la firma de estos acuerdos parecía inminente el fin de la rebelión.
Bien pudieron hacerse efectivas todas las pretensiones, de no ser porque se rompió la tregua y la persecución se intensificó, dando como resultado el debilitamiento de las fuerzas rebeldes.
A principios de octubre de 1849, Quiroz es derrotado en el cerro del Doctor; y es fusilado en diciembre.
El gobierno federal decreta se establezcan tres colonias militares en la Sierra Gorda, para garantizar la paz y recuperar la tranquilidad pública; una de ellas sería la Colonia Militar de Albercas, que a la postre traería como nacimiento a la Villa de San Ciro (hoy San Ciro de Acosta).