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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 1 de noviembre de 2018.- La celebración del día de muertos es considerada la tradición más representativa de la cultura mexicana y se lleva a cabo durante los dos primeros días de noviembre. El primero es dedicado en memoria de los niños y el segundo a la de los adultos.
Los mexicanos acostumbran a instalar altares con significados distintitos, según la región, y además muchos visitan los panteones para acompañar a sus difuntos, cuyas tumbas limpian, decoran con flores y hasta les llevan grupos musicales.
El culto a los muertos siempre ha existido y ha evolucionado como la humanidad, y además se ha adaptado a las necesidades antropológicas de los distintos pueblos del mundo.
Aunque no coincidimos en tradiciones, lo cierto es que tarde o temprano ella nos va a llevar a todos parejo, no habrá “paros”, no habrá mordida, no habrá nada… ¿Cuándo?, no lo sabemos, pero todos tenemos garantizada la muerte.
Te vas de aquí, mira qué triste
A la directora de la escuela preparatoria Profr. Pedro Vallejo, Alicia Deyanira Hernández Ochoa, estas fechas la llenan de nostalgia; recuerda a sus seres queridos fallecidos y les monta un pequeño altar, sin seguir el modelo tradicional.
En un solo nivel coloca flores de cempasúchil, agua, sal, ofrenda y la fotografía de sus seres queridos. Como ritual de su familia les dedica unas plegarias “para que las animas encuentren el camino”, para luego convivir en familia y recordarlos como fueron en vida.
Ella nos lleva al descanso, es la vida la que nos cobra… Iré a visitarte cada día de muertos
El director de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Jorge Héctor Ávila Hernández, consideró importante preservar esta tradición que data de la época prehispánica, porque fue positiva la fusión española durante la colonización y un acierto que el catolicismo permitiera la tradición del culto a los difuntos.
El coloca un altar dedicado a sus padres y familiares, diseñado como se acostumbra en el valle de México, lugar donde creció. No lo divide en niveles, pero si coloca los elementos necesarios: “No puede faltar la flor cempasúchil, que con su aroma tan profundo y bello atrae a las animas”, tampoco las imágenes de sus muertos, veladoras, ofrendas, bebidas y objetos que a ellos les gustaban.
El directivo universitario visita los cementerios donde fueron depositados los cuerpos de sus seres queridos; en un panteón privado a su suegro y a la suegra, quien fue cremada, en la iglesia de San José, en la capital potosina.
“Llevamos flores, escuchamos misa y rezamos un rosario, si se da la oportunidad. A mis padres no los visito porque ellos descansan en un panteón en la Ciudad de México”, comentó.
Quisiera poder verte de nuevo y corroborar que te fuiste para vivir en algún cielo.
La directora general del Sistema Educativo Estatal Regular (SEER), Griselda Álvarez Oliveros, intenta colocar su altar de muertos de la manera tradicional, con niveles adornados con tela decorativa.
En la parte superior coloca la fotografía de su padre y de madre, y de otros seres queridos, con flores, papel picado, fruta, calaveras de dulce entre otros elementos. Mencionó que visita las tumbas de sus padres en un panteón de la ciudad.
Todo se acabó me pregunto a donde irías.