
Entre Hipona y los Andes
Desde las ciencias humanísticas han reportado que el funcionamiento de las sociedades actuales está directamente relacionado a la solidez estructural de sus instituciones; funcionamiento para la justicia (su administración, impartición y procuración), los derechos humanos (como la no discriminación, la inclusión, las oportunidades equitativas, entre muchas mas), la imparcialidad oficial electoral, etcétera.
La Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, se incluye, lo ilustra con claridad apabullante.
Debe decirse que el talento en CTI, como otros ámbitos productivos, de connacionales es reconocido en el mundo; incluso la tasa de producción en CTI mexicana es muy alta si consideramos la cantidad de recursos nacionales destinados a ésta.
Un cociente del número de artículos científicos publicados entre cantidad de recurso destinado sería enorme; lo cual, ya que el denominador sería muy pequeño, sólo indicaría el esfuerzo de trabajar con las uñas a fin de generar y aplicar conocimiento de algún grado de competitividad internacional.
De hecho, con la estructura que hemos logrado en los recientes 50 años sólo hemos logrado que la comunidad en CTI mexicana esté mayormente formada, de manera muy desafortunada, por seguidores del conocimiento; no es masiva la oportunidad de romper la frontera del conocimiento de manera contundente por falta de estructura.
Los escasos esfuerzos de la iniciativa privada son plausibles, pero con bajas probabilidad de avanzar hacia altos valores de madurez tecnológica, medidos por la escala TRL; lo cual no necesariamente es por falta de talento, sino que es por falta de estructura, tanto empresarial como de política pública.
Los desarrollos de la iniciativa pública y la privada mexicanas se hallan entrampados, encallados, por falta de instituciones en CTI funcionales; y no se trata de universidades fallidas, no, las instituciones de educación superior hacen una labor esencial al formar recursos humanos de licenciatura, donde está su mayor cobertura, y algo de posgrado; pero la construcción de grupos con liderazgo mundial, formados al interior de éstas, es igualmente escasa.
Se tratará de justificar diciendo que desde hace mucho tiempo en México se ha fomentado el individualismo, la competencia salvaje; sería una premisa falsa pues la CTI mundial se inicia con individualismo, las tesis doctorales son defendidas por individuos: Cada estudiante formula una tesis para verificar la falsedad o veracidad del postulado mediante metodología científica; así es en todo el mundo, aunque en otros países sí se forman grupos de individuos en CTI con liderazgo mundial, así que el individualismo no es la fuente del problema, sino que lo es la falta de la formación de grupos sólidos.
El origen para la ausencia masiva de grupos con liderazgo mundial, formados al interior de México, está, pues, en la falta de instituciones funcionales; carencia de políticas públicas que fomenten la formación de dichos grupos, que haya lineamientos claros para, sin dejar de lado la transparencia y rendición de cuentas, se consoliden en composición dinámica.
Con la estructura actual se desincentiva la productividad en CTI con impacto en el largo plazo.
Así, a lo largo de una vida, cualquier profesional de la CTI termina recibiendo mas sobresueldo por concepto de antigüedad laboral que por productividad científica; es cierto que en la CTI no se pueden llenar estadios con los éxitos de décadas pasadas, no hay reencuentros de chavorrucos como en el caso de la música, se deben publicar nuevos artículos cada año, con ideas diferentes.
También, la falta de estructura institucional para la CTI mexicana da ausencia de movilidad para los profesionales ésta, la movilidad es importante para refrescar las ideas e intereses que traen impacto favorable en la generación y aplicación del conocimiento.
En ese contexto, dos senadores han expresado la intención de presentar una iniciativa de Ley para CTI, una con mas voces que la de CONACYT.
Ya veremos.