Clausuran predio insalubre que operaba en Fracción Rivera
Con 124 años de historia y desde 1985 patrimonio nacional por el INAH, el edificio de la iglesia presbiteriana más antigua de la ciudad sigue de pie como uno de los principales referentes del paisaje urbano de la ciudad, sus cimientos fueron construidos con base en el libro más antiguo conocido y la fe de un grupo de personas.
De acuerdo con el libro Rioverde Cuatro Siglos de Arquitectura de los arquitectos Adrián Peña y Milton Montejano, el 4 de junio de 1896, el norteamericano Juan R. Edwards misionero evangélico, compró al señor Gilberto Gómez el terreno para edificar el templo por el precio de 312.50 pesos, construcción que tuvo un costo de 1500.
Para la construcción de la bóveda se rellenó el interior con troncos de leña, cal, arena y baba de pitahayo; se dejaban de fermentar durante 8 días, echando en hoyo grande el material era batido con los pies.
En 1987, se descubrió en el centro de la bóveda, por la parte de arriba, la piedra clave de la construcción, que por su ubicación (en el interior del templo, se encuentra una rosa de saron colocada exactamente debajo de la piedra clave) hace una referencia simbólica al libro del Cantar de los cantares.
Existen otra serie de símbolos cómo son los siete sellos del Apocalipsis ubicadas por encima de la marquesina en la fachada.
Cuenta con un campanario al cual se accede por medio de una escalera de caracol, en donde troncos de mezquite clavados en las paredes hacen las veces de peldaños.
Las columnas libres adosadas a la fachada tienen como función soportar las vibraciones exteriores eliminando el ruido, además de ser elementos estructurales antisísmicos
El ábside (parte posterior del templo en forma semicircular) tiene la función de proyectar el sonido a todo el edificio, a manera de bocina lo que elimina la necesidad de usar micrófono.
En el centro de la plataforma debajo del púlpito existe una bóveda sellada que guarda una Biblia, planos de la construcción y las escrituras del inmueble.
Existe una inscripción en la parte lateral exterior del templo que hasta ahora no ha sido descifrada.
El edificio destaca por la definición formal de su portada, la cual presenta un frontón neoclásico que contra sus armónicos, descansa sobre un friso decorado con motivos florales, el mismo que de expresión, se apoya sobre 6 columnas adosadas al muro de la fachada y las que presentan además de robustos pedestales austeros capiteles dóricos
.Además, en contraste con la proporción de la portada, el acceso toma forma, a partir de un angosto vano rectangular que remata en un arco ojival, por otro lado, las esbeltas torres se desplazan sobre un primer cuerpo, que a manera de base está definido por un sencillo enmarcamiento, y rematado con una elaborada cornisa.
La pintura original todavía se puede encontrar al fondo, aunque la edificaciones no ha sufrido modificaciones desde su construcción original.
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