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Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
Moveremos el año calendario conmemorando el nacimiento de Cristo, hecho definitorio del antes y después de nuestra Era. La Encarnación significa que el Creador, Espíritu puro, por amor a sus creaturas, quiso hacerse carne, cuerpo espiritualizado como éstas. Escogió a una mujer, María, como madre de El Hijo, quien en Belem lo dio a luz, y se hizo madre universal. Un misterio. ¿Quiénes somos? La idea cristiana del ser humano es la de una creatura con alma espiritual en un cuerpo sensible (substancia individual de naturaleza racional). No se dio a sí mismo la existencia (es ser por otro), lo creó Él Absoluto (ser por sí, fin por sí, o necesario), Quien existe desde siempre, y lo hizo a su imagen y semejanza: espíritu –por inteligencia y voluntad- encarnado. Por la razón adquirimos conciencia de lo justo y de lo injusto, lo bueno y lo malo, resolvemos problemas vitales, hacemos reflexión crítica, nos aplicamos a fines superiores a los materiales. No puede considerarse algo abstracto, masa, sino un individuo concreto, con sentido propio: cada persona existe en sí misma, tiene un destino personal, y busca ser feliz (un ser en sí, y fin en sí); es única, irrepetible, naturalmente libre: con eminente dignidades ontológica (ser más perfecto de la Creación) y moral (por su libertad para cumplir o no su destino). Por su naturaleza racional, con deberes y derechos humanos fundamentales. Y con dignidad teológica: hijos de Dios, hermanos todos.
A esta idea de antropología filosófica se contrapone la IDEA DE MARX: intentó probar que el ser humano es solo “materia evolucionada en sumo grado”, resultado de las condiciones de producción económica: “el conjunto de las condiciones sociales” (tesis 6 sobre Feuerbach). Sujeto solo a las fuerzas naturales, sin origen ni destino propio; sin otra vida. Afirma que Dios no existe; y que sí existe “la materia que eternamente se mueve y se transforma”. Rechaza que la persona humana es creatura de Dios, y que sea un fin en si misma; es solo un ser genérico: su vida individual carece de sentido. Solo la sociedad –el todo- es “verdad”, “existe en sí misma”, y tiene preeminencia sobre la persona. El individuo es solo una parte, “por tanto no es verdad”, es accidente, un ser en otro. Los derechos humanos son expresión burguesa de la soberanía del individuo y de su egoísmo. Cuestión fundamental para Marx es la de la enajenación: “Al introducirse la propiedad privada de los medios de producción (raíz del egoísmo) se origina la división del trabajo, y el producto del trabajo se convierte en mercancía para el mercado, donde debe adquirirlo el hombre que trabaja. La enajenación es suprimible suprimiendo la propiedad privada de medios de producción”. Hay que acabar con el interés individual. Y en futuras generaciones de masas proletarias (no dice cuándo) se alcanzará el destino definitivo de la sociedad sin clases.
Para el cristianismo, el “Dominad la tierra” y el “ganarás el pan con el sudor de tu frente” implica que el ser humano tiene apertura, no es encerrado en sí mismo: esta diseñado a la comunicación y la colaboración. El trabajo es auto-realización, uno de sus derechos naturales; es facilitador de la satisfacción de necesidades: Nos mueve la proporción entre esfuerzo y resultado. En la medida en que el ser humano se substrae a la ley de la conciencia, de la razón, pierde capacidad de encontrarse a sí mismo y sucumbe a la auto-enajenación. La persona ve el primer mandamiento de la Ley nueva: el amor al prójimo -como a sí mismo-: la hermandad y la paz. En la naturaleza humana ve un “pecado original” (egoísmo), y una “virtud original”: honestidad, y bondad hacia el prójimo, innatas. Sin el cristianismo los derechos humanos son impensables, dado el valor jerárquico de la persona en la Creación (reconocidos mucho antes de la Ilustración). Búsqueda del Creador a sus creaturas es lo que ahora celebramos, y el gozo de sabernos hijas e hijos de Dios, y hermanos que deben respetarse. Navidad es cuidarnos, y cuidar a otros: solidarios con próximos necesitados de nuestra virtud original, de fraternidad. ¡Feliz Navidad!