Diferencias entre un estúpido y un idiota
La realidad virtual dio su gran salto al formato doméstico en 2016, pero no ha sido hasta ahora cuando su propuesta ha despegado en la sociedad. Las redes sociales se han hecho un lugar en nuestra vida en poco más de 10 años. Nos permiten estar en contacto con otras personas y compartir nuestros gustos y nuestras actividades. Pero cuando llevamos un tiempo utilizándolas descubrimos que podemos ofrecer la imagen deseada para cubrir carencias personales o para competir con otros usuarios. ¿Qué hay detrás de la falsa apariencia en las redes sociales? ¿Cuáles son los motivos incitadores a generar retos fuera de la lógica y que son un peligro? Las redes sociales tienen una característica clave que nos permite utilizarlas para aparentar: El receptor de nuestro mensaje no está con nosotros cuando lo publicamos. Por lo tanto no puede comprobar si lo que decimos es auténtico o no. Podemos construir la imagen que queremos que tenga de nosotros y proyectársela. Así damos salida al ideal que tenemos de nosotros mismos y lo ponemos como una realidad. Con el tiempo vamos aprendiendo qué publicaciones tienen más éxito y cuáles menos. Y seleccionamos qué decimos y cómo lo decimos para tener más interacción. Vemos que los mensajes alegres y positivos de los demás generan más ‘Me gusta’ y se comparten más, y queremos competir con estas personas. Lo que publican los otros nos parece envidiable, porque muestra la vida que nosotros quisiéramos tener. Entonces nos sentimos fracasados y pensamos que proyectar una imagen de éxito será la solución. Las falsas apariencias en las redes sociales tienen este objetivo: sumar indicadores de vanidad. Datos que, una vez se han contado, no sirven para nada. Y la sensación de relevancia que producen (ahora he conseguido que 30 personas se fijen en mí) también es falsa, porque las personas que te la han dado, también la pueden haber dado a otros usuarios. Pero ¿qué ocurre después? Que cuando no tenemos relevancia nos sentimos invisibles. Poco a poco entramos en un círculo vicioso: Intentamos compensar la sensación de irrelevancia con una publicación que genere interés. Esto nos da una satisfacción de corta duración, porque pronto nuestro mensaje queda sepultado por muchos otros del resto de usuarios. Y hemos de crear otra. Desarrollamos una dependencia de la admiración de los demás. La reacción positiva de la gente se convierte en una adicción. Y nos auto engañamos. Porque si el tiempo que dedicamos a aparentar la vida que querríamos a través de la red social, lo dedicáramos a construirnos esta vida, ya no sería necesario aparentar. Y no dependeríamos tanto de la admiración y la aprobación de los demás. Publicaríamos más para compartir, informar y entretener, y no tanto para quedar bien. Los frecuentes reportes en noticias relacionados con los retos que se viralizan en Internet, ponen sobre la mesa el tema de los desafíos en los que participan los usuarios digitales y nos llama la atención sobre los riesgos a los que pueden verse expuestos los usuarios menores de 18 años. Cada nuevo reto es una alerta y una oportunidad para que padres, madres y cuidadores nos involucremos y demos herramientas a nuestros hijos que les permitan aprender a manejar de manera segura este tipo de situaciones. Las redes sociales premian el comportamiento escandaloso, y entre más escandaloso, más se puede alardear. El ámbito de las redes sociales es trepidante e irreflexivo, y el miedo a perder es real para los adolescentes. Este ámbito posibilita la incapacidad del cerebro subdesarrollado de los adolescentes de pensar en las consecuencias de sus acciones. Los cerebros de los adolescentes todavía se están desarrollando. La parte del cerebro encargada del pensamiento racional, la corteza prefrontal, no se desarrolla totalmente hasta más o menos los 25 años. Por esta razón los adolescentes son naturalmente más impulsivos y tienden a actuar antes de pensar totalmente en las consecuencias. Una muestra clara la podemos apreciar en “Nerve” un juego sin reglas, una película estadounidense de techno-thriller y aventura dirigida por Henry Joost y Ariel Schulman y escrita por Jessica Sharzer, basada en la novela homónima escrita en 2012 por Jeanne Ryan. Protagonizada por Emma Roberts, Dave Franco y Juliette Lewis, la trama gira en torno a un videojuego de verdad o reto en línea que permite a las personas alistarse como «jugadores» u «observadores» a medida que el juego se intensifica. La película se estrenó en el SVA Theater el 12 de julio de 2016 y fue estrenada el 27 de julio de 2016 por Lionsgate. “Nerve” recibió elogios por su energía y la química de su elenco, y la realidad proyectada de la vida virtual que impera hoy en día en la sociedad. «Ahora que tenemos más formas de estar en contacto con los demás es cuando nos sentimos más solos».