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Rómulo, baja colateral en la pugna de Américo y Cabeza de Vaca
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 28 de noviembre 2020.- Nacida el 25 de octubre de 1925 en la capital potosina, Oralia Domínguez forjó su camino en la ópera a pesar de la oposición de su padre, quien esperaba que se convirtiera en maestra, pero se convirtió en una de las voces más relevantes del siglo XX.
Para los críticos, Oralia poseía una voz naturalmente poderosa, descrita incluso como voluptuosa, con un registro bajo impregnando por un color profundo y resonante, además de interpretar papeles difíciles con energía ilimitada.
Para hacer su camino en los escenarios, la artista se trasladó a la Ciudad de México para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música, en donde conoció al compositor Carlos Chávez, de quien sería una de sus principales difusoras.
Mientras estudiaba en el Conservatorio, hizo su primera aparición como cantante en La Damoiselle élue, del compositor francés Claude Debussy.
Aunque su primera participación en los escenarios ocurrió en 1945 en el Palacio de Bellas Artes, en el papel del músico de Manon Lescaut, de Giacomo Puccini, se considera que su debut profesional ocurrió en 1950.
Al siguiente año interpretó por primera vez el papel de Amneris en Aida de Verdi, junto con María Callas en el papel principal, Mario del Mónaco y Giuseppe Taddei, todos dirigidos por Oliviero De Fabritiis. Fue en esta función en la que Callas emitió el famoso Mi bemol, no escrito por Verdi, al final del segundo acto.
En enero de 1953 realizó uno de sus primeros conciertos en Europa, gracias a un recital en el Wigmore Hall; después llevó a cabo tours por Francia, España, Alemania y los Países Bajos.
En ese mismo año llegaría su debut en uno de los escenarios de ópera más importantes del mundo, la Scala de Milán, cuando interpretó el papel de la Princesa de Bouillon en Adriana Lecouver, de Francesco Cilea.
Al año siguiente, grabó la Misa de Réquiem de Verdi, bajo la dirección de Victor de Sabata, para posteriormente cantar en Nápoles, Bruselas, Viena y París.
Durante 1954 actuó por toda Europa con directores como Tullio Serafin, Igor Markevitch, Paul Kletzki y Herbert von Karajan.
Para enero de 1955 se dio su primera aparición en el Royal Opera House, también conocido como Covent Garden, gracias a la premier mundial de la ópera The Midsummer Marriage de Michael Tippett, bajo la dirección de John Pritchard. En ella, Oralia interpretó el papel de Madame Sosostris, una clarividente basada en el personaje del poema The Waste Land, de TS Eliot.
La mezzosoprano apareció de forma regular en el Festival de Glyndebourne desde 1955 hasta 1964. A pesar de que a mediados de esa década desapareció de casi todos los escenarios británicos, Domínguez pasó la mayor parte de su tiempo en la Opera Alemana en el Rin en Düsseldorf, pues era miembro desde 1960.
Su despedida de los escenarios ocurrió en 1982, con su última actuación en el Palacio de Bellas Artes en la Misa de Réquiem de Verdi. Posteriormente pasó su retiró en Milán, Italia, en donde falleció el 25 de noviembre de 2013, no sin antes dejar un gran y largo legado en la ópera.