Jugando con México
● Se acumulan las muestras de prepotencia y abusos en la toma de atribuciones que no le corresponden a presuntos futuros funcionarios. Jiménez Espriú y González-Blanco dieron un espectáculo vergonzoso, antes, otra presunta futura del Conacyt, Álvarez-Buylla.
Hugo Páez
Lo más grave del bochornoso ridículo de Javier Jiménez Espriú y Josefa González-Blanco frente a María Susana Rodríguez, representante legal de la mina El Tesoyo, adyacente a la obra donde se construye el Nuevo Aeropuerto de la CDMX, es la actitud de dos de los futuros Secretarios de Estado de Andrés Manuel López Obrador.
El espectáculo es de pena ajena: un par de integrantes del equipo de transición y futuros secretarios, desesperadas por ejercer funciones con ímpetu autoritario, fuera de lugar, usurpador de un cargo que NO les corresponde. Deplorable aún cuando les corresponda en el futuro, si es que con la muestra de prepotencia, el presidente electo no se arrepiente de nombrarlos.
Susana Rodríguez de la empresa Martínez y Villega S.A. de C.V. los corrió del predio con temple, y a pesar de la presunción de posteriores irregularidades en la mina -si es que hay como especulan los vecinos-, en estos momento Jiménez Espriú y González-Blanco no tienen atribución alguna.
Pero vino la reacción todavía más vergonzosa. Con voz amenazante, el futuro titular de la SCT la trató de intimidar al informarle que a partir del 1 de diciembre será el Secretario de la SCT, y al día siguiente, 2 de diciembre, regresará a la mina para revisar que las escrituras y documentos estén en regla.
De igual forma, Josefa González-Blanco desplegó el ‘futuro’ currículum y las próximas atribuciones medioambientales, con la advertencia de que “espera que todo esté en regla”, con un tono sugerente: ‘sino aténgase a las consecuencias’.
Con los pies al rastre, rodeados de grabadoras, cámaras y reporteros, el retorno con la derrota a cuestas, era la escena del desacierto, del equívoco y el ridículo (video presentado por Ciro Gómez Leyva https://youtu.be/A1EHltJs03s).
Permitir a la prepotencia elevarse a niveles patológicos en el Gabinete es un terrible error que no debe permitir el presidente electo, aunque escucho sus palabras en Cancún: “Les guste o no les guste a nuestros adversarios, a los fifís y a la prensa fifí, vamos a construir el Tren Maya. Me canso, ganso”.
Ufff, hay momentos en que uno definitivamente no puede con el populismo vulgarizado.
En esta casa editorial revelamos el intento de otra ‘futura funcionaria’, la próxima titular del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla Roces, apurada por frenar proyectos, becas, apoyos a instituciones científicas y de investigación, etcétera, mediante un oficio al actual titular de la institución, Enrique Cabrero Mendoza, sin atribución alguna.
De nuevo la intimidación no funcionó, Álvarez-Buylla montó en cólera y ordenó una investigación para descubrir al ‘filtrador’ del documento aquí publicado, una típica estrategia de victimización para desviar el punto: la usurpación de funciones y toma de atribuciones inexistentes.
El presidente electo no es responsable de excesos y abusos de los miembros de su equipo, sobre todo de algunos a los que transforma, pervierte o enloquece el poder, pero sí es responsable de la permanencia de estos, posterior a este tipo de actitudes que se hacen públicas.
La información es para tomar decisiones, y el mensaje enviado por estos futuros funcionarios es terrible. Andrés Manuel podría llamarse afortunado por los que revelaron con premura su verdadero rostro, antes de conformar en la formalidad del 1 de diciembre, al equipo que tendrá la conducción de México.
Ahí está la información para tomar medidas, después, será su responsabilidad, no la de ellos.
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