Trump o Kamala, ¿quién nos conviene?
Existe una polémica general sobre el número de muertos que cobró la Revolución Mexicana de principios del siglo XX. El censo de 1910 registra 15 millones de habitantes en el país y el de 1921 registra 14 millones. Parte de la dificultad de contabilizar los fallecimientos estriba en que además de la guerra, en 1918 se dio el brote de la Gripe Española que al menos arroja 450 mil muertes por dicha pandemia, y la migración ocurrida por la población que huía de la guerra hacia países como Estados Unidos de Norteamérica, Guatemala y Cuba. De igual manera habría que contabilizar las muertes por causas naturales. Dado que algunos analistas sitúan las muertes entre un millón y medio y 350 mil muertes, realmente es incierto el resultado de este conflicto.
El veinte de noviembre se conmemora el inicio de la Revolución Mexicana instigado por Francisco I. Madero. En este año particular tenemos el aplastante flagelo de la enfermedad sar-covid-2 o covid-19 cuyo primer enfermo se detectó en noviembre de 2019. En México las cifras oficiales rondan los 100 mil muertos y el millón de contagiados a la fecha. Según algunas fuentes estas cifras bien se podrían duplicar ya que se sospecha de maquillaje en los números y muchos errores en la contabilidad del sector salud, achacables a los directivos y funcionarios. Aun así, tomando las cifras oficiales solamente, el número terrible de 100 mil muertos ha sido evitado a toda costa por las autoridades, incluso reduciendo en los días más recientes el número diario de muertos para no acercarse a la ominosa cifra, cosa que resulta de todos modos inevitable, y por tanto, dicho manejo trucado de las cifras es totalmente innecesario e indigno.
Pero el manejo tramposo de las estadísticas aunado a la pobre capacidad de respuesta hacia la pandemia, es ya historia vieja. A pesar de que ni siquiera ha cumplido un año el problema en México.
En las primeras etapas de la pandemia el gobierno calculaba en marzo la descarada cifra de no más de 6,000 muertos, la cual fue multiplicada por diez en los pronósticos oficiales llegando el verano. En ese entonces el doctor Hugo López-Gatell mencionaba que no pasaríamos de los 60,000 muertos y hoy la suma llega a los 100,000 y sigue subiendo.
Errar es de humanos, claro, pero errar en los niveles de gobierno en los que se maneja la vida de ciudadanos, es un verdadero crimen. Todos sabemos que en realidad el actual gobierno se sustenta sobre credenciales de lealtad, adoración y misticismo y no sobre capacidad, inteligencia y firmeza.
La lamentable declaración del Dr. López acerca de que al presidente lo cubría un escudo moral (en ese momento los ojos de este monero, de ciudadanos racionales, de miles de doctores y otros profesionistas ligados a la ciencia, dieron tantas vueltas dentro de sus cuencas que prácticamente parecíamos tragamonedas de Las Vegas) está en duda la credibilidad y se considera un retraso institucional y de capacidad en este funcionario.
¿Cómo se atrevía un científico y oficial público dedicado al sector salud a decir semejante barbaridad? Y si a esto le agregamos las ridiculeces de un presidente que instaba a seguir saliendo a consumir en los negocios cuando ya se debía de considerar la indispensable distancia social, o lo tardío de la instrucción del propio López Gatell apenas en Julio al uso de cubrebocas obligatorio en espacios públicos, medida preventiva contra el contagio que el mismo presidente se negó a acatar en toda la pandemia excepto cuando lo obligaron a usarlo al ir a visitar a Donald Trump en EUA. Y por cierto que sus eventos masivos también tardaron en pararlos, su imagen pública era más importante que la vida de sus desesperados conciudadanos.
Ante cualquier argumento que contradiga lo dicho en este último párrafo, les pido que vuelvan a leer el número desorbitado que hoy nos angustia: un millón de mexicanos contagiados y 100,000 muertos le aplauden sus acciones al gobierno de Andrés Manuel López Obrador desde sus camas o sus tumbas, igualmente se vitorean los equívocos del doctor Hugo López-Gatell y como cereza en el pastel, las regadas de otros funcionarios como Irma Eréndira Sandoval que en una reciente alocución repitió las palabras de su santo y mesiánico patrón: la pandemia en México le vino como anillo al dedo a la cuarta transformación.
Que rechiflen a su mandarina una y cien mil veces.