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RIOVERDE, SLP., 10 de noviembre 2020.- Durante 52 años permitió Dios conocerte Juan Carlos Carrera Rodríguez, hacerte nuestro amigo, convertirte en nuestro guía espiritual, en nuestro párroco, en el padrecito, en el hombre alto, moreno, serio, de sonrisa agradable y que siempre nos hacía reflexionar.
Medio siglo desde aquel 6 de enero de 1968 que Matehuala y luego el estado de Hidalgo te vio crecer a lado de sus padres y padrinos que tanto amabas y de los que siempre tuviste una formación católica que te marco para toda la vida.
Una niñez y adolescencia apegada a Dios, cuando todos te conocían y te bromeaban como el Tatetito, mote que le permitías a todos, pero con más amor a los que crecieron contigo en el amor a Dios.
Hombre íntegro de vocación que entraste a catedral aquel 25 de agosto de 1995 y saliste con el regalo más grande que Dios puede dar: poder ofrecer los sacramentos. Don Arturo Simansky te bendijo y te deseo lo mejor, ahí estaban tus padres, tus hermanos, tu amada familia que te veían con orgullo, siempre lo hicieron así, hasta en el más lejano rincón donde estuviste o en Roma donde escuchabas con atención el mensaje del papa Benedicto XVI.
Tu andar por el estado fue basto, ayudaste a formar parroquias, educaste a los jóvenes, te ganaste el cariño de los maestros jubilados, pero el 18 de diciembre de 2014 sabemos que cambió tu vida cuando el destino y Dios quiso que llegarás a Rioverde, te recibimos con júbilo porque sabíamos que ibas a hacer nuestro gran líder espiritual y no nos fallaste, es más, no te fallamos porque tu sabías a donde nos llevabas.
Seis años de una parroquia de vanguardia, de una parroquia de brillo, de una gran administración, de grandes fiestas patronales, de vicarios comprometidos, de la comunidad entregada a Santa Catarina.
Pasas a la historia por ser el guía espiritual de los 400 años de fundación de la custodia de Santa Catarina Virgen y Martir, porque resguardaste y defendiste ese legado.
Padrecito, hoy nos invade el dolor, pero nos gana el agradecimiento a tu persona, a tu personalidad y pureza, a tu alegría y motivación de ser mejores cada día.
Esta enfermedad nos ha quitado a hombres y mujeres valiosos y solo nos enseña a cuidarnos y seguir tu ejemplo.
No moriste padre, vives en cada corazón y en cada recuerdo de los que te conocieron. Has trascendido, estas con el padre, donde tantas veces hablaste con devoción y fe que es una mejor vida.