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Oposición no regatea la unidad nacional ante llegada de Trump
Versa un dicho popular que uno no debe escupir para arriba porque le cae, al menos, en la cara.
Enlistemos.
Primero. Mientras que feroz ecologista en sus tiempos de dedicación a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, ahora, investida de autoridad administrativa en la materia, se hace silencio sepulcral desde el CONACYT cuando se pretende fosilizar al sector energético mexicano, en franco retroceso ambientalista de implicaciones generacionales a la salud y otras.
Supongamos, sin conceder, que por el momento las fuentes alternativas de generación y distribución de energía eléctrica son sean baratas, así lo defendió la titular de SENER al comparecer ante el Senado de la República. Aun sí quedan dos grandes huecos en el actuar: 1. Si se incluyen los efectos medioambientales y los ecológicos las fuentes alternativas son de menor costo, por mucho, y 2. Si la política pública en CTI incluyera opciones de investigación científica, seguramente se abarataría el precio; siempre pasa así con la tecnología. Pero no, sólo hay una convocatoria, mal presentada, para la transición energética. Se antoja con nombre y apellido, veremos si hay asignaciones directas como en otras convocatorias.
A la par, segundo, desde CONACYT se prefiere señalar la defraudación pública al erario en presunta desviación desde los extintos fideicomisos para CTI. La otrora usuaria de tales mecanismos financieros e investigadora asegura que el pueblo le dio el recurso con proyectos para su CTI. Pues así a todos los profesionales de la CTI.
Si hay responsabilidad entonces que se presenten las denuncias y, bajo debido proceso, que se castigue a quien corresponda. Ojo, la ley vigente sobre responsabilidades administrativas, la general, también impone sanciones a quien en conocimiento de faltas al servicio público omita señalarlo.
Lo menos que se pide es congruencia consistente; ahora lo consistente en la incongruencia. Así de claro, hasta en el dicho del habitante de Palacio Nacional, al final quienes pagamos impuestos sostenemos las posiciones de quienes han sido designados. Recordemos que los millones de votos en 2018 fueron para Huey Tlatoani, no para CONACYT.
Tercero. Aquel programa conocido como PEI era perfectible, había muchos nichos de mejora, pero permitió la inserción del sector productivo en los esfuerzos para alcanzar el traído y llevado 1% del PIB para la CTI. Una reiteración, si ha habido delito alguno que se denuncie, a quien se señale que se defienda y con apego a derecho se concluya y sentencie lo resultante.
No perdamos de vista lo siguiente. Es obligación del Estado que México alcance este porcentaje del PIB en dedicación a la CTI. Y hay sólo de tres sopas: o el recurso es público, o es privado o se combinan estas dos fuentes para alcanzar la cifra.
Sobre la fuente pública: El recurso programado en el PEF 2021 ha levantado ámpula por ser de retroceso, ¿de dónde se alcanzará el 1% del PIB para CTI? No, no se alcanzará pues la recuperación de la economía mexicana será en lustros.
Así, esta administración federal tendrá, al igual que las anteriores, las denostadas por la actual, incumplimiento a la carta magna.
Para que el sector privado invierta en CTI debe haber políticas públicas incluyentes. Programas de incentivo, toda vez que la industria del conocimiento no existe en México. Mucho menos una economía del conocimiento. Estímulos fiscales, cofinanciamiento público-privado, fomento de empresas con base tecnológica, etcétera, opciones hay muchas, ¿cuál está en la mira de CONACYT? Mas que no verse claro, no se ve propuesta alguna.
Para cerrar. Es burdo el asunto de los ventiladores que CONACYT entregaría sin suceder. Que caradura.
Hay compromiso social en los profesionales de la CTI, ese no es el punto. El asunto es cómo vamos a garantizar, ya que es obligación del estado, el derecho a recibir los beneficios de la CTI; está consagrado en la Constitución.
Escupir para arriba no es política pública, es innecesario porque termina por mojar la cara.