INAI, siempre incómodo al gobierno
Llamamos economía al conjunto de actividades que llevamos a cabo las personas en sociedad para producir los bienes que necesitamos. También se llama así a la acción de administrar la riqueza que tenemos y la que somos capaces de crear. Las personas que formamos una sociedad llevamos a cabo actividades que tienen la intención de satisfacer nuestras necesidades más apremiantes, que básicamente pueden resumirse en alimento y protección. Para satisfacerlas, al menos requerimos de un lugar donde vivir y protegernos del medio ambiente, ropa para abrigarnos, alimentos, y medicamentos para aliviar nuestras enfermedades. La falta de estos bienes y la falta de los medios que nos permiten conseguirlos, como el dinero o un empleo, se convierten en nuestros principales problemas económicos. En lenguaje común entendemos por “riqueza” a la “abundancia” de bienes, por eso la relacionamos más con los ricos que con los pobres. Pero en economía, “riqueza” es el conjunto de todos los bienes que posee una sociedad, tanto los cuantiosos del rico, como los pocos del pobre; “riqueza” es todo aquello que es capaz de generar nueva riqueza, por ejemplo: la tierra, los bosques, las fábricas, los transportes y el ser humano, entre otros. Actualmente es más valorado el “dinero” que las relaciones de pareja o la estabilidad familiar. Un claro ejemplo lo podemos apreciar en la película ‘Family Man’ -en español, Hombre de familia-, es una película estadounidense del año 2000, del género de comedia dramática, dirigida por Brett Ratner e interpretada por Nicolas Cage, Téa Leoni y Don Cheadle en los papeles principales. Jack Campbell (Nicolas Cage) es un egocéntrico bróker de Wall Street cuya única obsesión es el trabajo y una vida llena de lujo, una soltería sin responsabilidades. Un día, tras un incidente en una tienda durante la Nochebuena en un acto sobrenatural, pero lo que parece ser un ángel en la forma de un asaltante (Don Cheadle), le permite echar un vistazo de lo que hubiera sido su vida si se hubiera quedado junto a su prometida, se despierta viviendo otra vida alterna: ahora es un humilde vendedor de neumáticos de Nueva Jersey, casado con su antigua novia Kate (Téa Leoni), a la que había abandonado hace años para no obstaculizar su carrera en el mundo de las finanzas. Una trama no muy alejada de la realidad actual al crecer la demografía ciudadana de solteros y solteras en el mundo. Impera cada vez en crecimiento la falta de corresponsabilidad de pareja, y la responsabilidad de alimentar la relación familiar para fomentar los valores hogareños que cada vez se fracturan más. El protagonista es un hombre codicioso a quien no le importa nadie excepto él mismo y a quien le cambia su forma de ver la vida después de una serie de experiencias de «¿Qué pasaría si?» en la vida real. Es similar a la película ‘Qué bello es vivir’ de James Stewart de 1946. Además, al final, en ambas películas los protagonistas concluyen asegurando que es preferible tener una tranquila vida familiar que una vida plena de riquezas y éxitos profesionales en soledad en la vejez. Reconociendo el protagonista su error y enfrentando la realidad alterna para estructurar una vida real de felicidad. Dejando a un lado su orgullo y vanidad, y enfrentando la maravillosa historia de vida al lado de su prometida con una estupenda familia. Hoy en día, principalmente entre los más jóvenes, el concepto de pareja tradicional ha perdido posiciones, y aparecen nuevas formas de relacionarse y nuevas formas de entender al amor. Somos una sociedad donde predomina el culto al cuerpo y a la imagen, los jóvenes buscan el placer y las relaciones intensas, dejando a un lado el compromiso y las relaciones estables. Para este tipo de relaciones, el medio ideal es el virtual, perdiendo campo la relación cara a cara o interpersonales, y es que en internet cada vez se dan más opciones para buscar pareja, logrando en su mayoría decepciones que ondean en el divisionismo de sexos. Sin embargo, se le ha dado vuelta completamente a la tortilla y somos unos inconformistas, hasta tal punto que no sabemos aceptar con normalidad las etapas de una relación de pareja. El amor se transforma a lo largo del tiempo, pero nos otorga lo que necesitamos en cada etapa de nuestra vida si sabemos vivirlo con naturalidad, y no con angustia ni sentimiento de pérdida. Son la confianza y el afecto, los pilares donde realmente se asienta el verdadero y duradero amor, y eso nos hace crecer con el paso de los años en parejas sólidas y estables que se quieren, se admiran y se respetan.