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Trump, ¡uy que miedo!
El realismo mágico se define como un movimiento literario y pictórico en el cual los artistas pretenden crear interés y relevancia en Mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano. Estas manifestaciones artísticas que adoramos en México como el libro y película “Como Agua para chocolate” de Laura Esquivel y Alfonso Arau, o las obras de Juan Rulfo, Frida Kahlo y Carlos Fuentes, nos hacen soñar con mundos alternos donde nuestro México es verdaderamente mágico. Pero lo que estamos viviendo en la República de hoy va más allá de eso, ya que ya no es lo irreal o lo extraño lo que está permeando en nuestro tejido social, político y cultural, si no verdaderamente el despilfarro de lo absurdo, cosas que van en contra de cualquier normalidad que se pudiera comprender cómo lo necesario o soñado en algún momento por los mexicanos.
Si, el absurdo parece ser la moneda de cambio en nuestros días, al grado qué leyes y reglamentos se tuercen y se doblan e incluso se ignoran por efecto de las voluntades y deseos del actual gobierno. Y no se trata simplemente de pedir que el presidente guarde la compostura o que se maneje en los modos propios de un estadista, no. Más allá de eso, su constante desafío, la manifestación de agresividad, su discurso discriminatorio, la persecución, la amenaza y la venganza son muestras de lo absurdo que es tenerlo como mandatario, ya que en vez de estar convirtiendo en bienestar y provecho para el pueblo sus esfuerzos, sus caprichos son hoy parte de lo que el pueblo de México tiene que sufrir. Es decir, cada berrinche del señor presidente lejos de traer bonanza al pueblo, los especialistas en los aspectos de la administración pública señalan claramente que traen consecuencias negativas en términos políticos, sociales y económicos y tratan de alertarnos a través de los medios. Pero con su equipo de relaciones públicas y comunicación, el presidente se da a la tarea de descalificar a todo aquel que genere y difunda dicha información u opinión. Así los grandes estratos de mexicanos que no están tan versados en las predicciones, estadísticas y cuentas, pasan de escuchar la ocurrencia absurda del señor presidente a escuchar las constantes descalificaciones hacia los medios y a los especialistas, en esa abusiva estrategia se sale con la suya. El charlatán y sus paleros logran vender su pomada milagrosa.
Está claro qué los resultados negativos o positivos son muy difíciles de percibir en tan sólo dos años de gobierno, para que sean tangibles, evidentes y palpables debe pasar todavía algunos meses más en los que empezaremos a ver las consecuencias de estas decisiones. Aunque expertos ya nos las pintaron de catastróficas, pero lamentablemente aún son augurios y no las ruinas que algunos piden ver para creer.
El costo de la manada de elefantes blancos que ha creado, como la refinería en Dos Bocas, el tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía, se verá realmente hasta el próximo sexenio, puesto que su construcción será concluida en los últimos años del presente periodo, su funcionamiento será regular los primeros años, pero sus errores y sus costos extraordinarios serán pagadas por el siguiente presidente. Pero las consecuencias de haber creado estos monstruos con el erario público sin un respaldo financiero que lo sostenga, se verán a más corto plazo, ya que la carencia de inversión de parte del gobierno en los proyectos que verdaderamente mueven la maquinaria productiva y económica del país, el alejamiento de los inversionistas a través de sus políticas abusivas, aunado a la falta de apoyo hacia el sector privado, ocasionará, sin duda alguna, un malestar directo sobre el bolsillo del mexicano.
Pero cuando los medios de comunicación empiecen a mostrar ya “los pelos de la burra parda” en la mano, la maquinaria propagandística de Andrés Manuel López Obrador estará en las mejores condiciones para desviar la atención y descalificar a los medios que lo señalan. Por tanto, el costo político no lo podremos sentir, a menos que los propios ciudadanos de a pie, aquellos con la capacidad de discernir la realidad y el corto futuro, muestren las entrañas del absurdo que hoy vivimos en este nuestro México real y torcidamente mágico, en el que no sería tan descabellado que un día tengamos un presidente todavía más ridículo qué Peña Nieto o López Obrador, porque como dice el refrán los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.
Sí tú estás en contra de López Obrador pregúntate en qué has fallado como ciudadano para tener este gobierno, porque realmente hay que aceptarlo: Esto es lo que nos merecemos y por ello este monero aboga por que Andrés Manuel termine íntegro el sexenio para el cual fue elegido; en primer lugar para evitar que lo conviertan en mártir mítico, y en segundo lugar para que tengamos la expiación que la presente generación de mexicanos debemos sufrir para ver si ya se nos quita lo ilusos, irracionales y absurdos.