Preparativos para una amenaza llamada Trump
Es inevitable partir del 2o informe del gobierno federal, por proximidad y relevancia. En él se destaca la misma narrativa que les llevó al Palacio Nacional; vaya, la ruta 2021 ha iniciado.
La ausencia de temas sobre Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, en el informe tampoco es nueva. Lo mismo que en el pasado: Profundo desconocimiento y desinterés.
En eso son iguales y es grave error, me explico.
Algunos países son ejemplo de cómo la CTI trae claros cimientos al bienestar socio-económico de la población toda, que sustenta su bienestar social.
Están los casos de Corea, Portugal, España y China, sobre quienes hay detalladas disertaciones de cómo en los años setenta y previos fueron países con igual o menor crecimiento que México y al tomar decisiones con base en CTI nos han dejado muy atrás.
Hay otros, desprendidos desde el decenio de 1990, algunos gobernados por mujeres jóvenes, que han destacado en tan sólo unos decenios como consecuencia de tomar cimiento en la CTI para sus políticas públicas; como el caso Estonia.
No hay pretexto ya que, si Huey Taltoani hablara de CTI, el gabinete entero correría a obtener proyectos en cada uno y todo sector público.
Empero, sin justificar la inacción del titular, es deseable, por el bien de México, que quienes cuenten con alguna experiencia en CTI y cercanía al Palacio Nacional traten de hablarle al oído a pesar de los claros riesgos donde sectores son ejemplo; SEMANART, SHCP, entre otros.
Sin embargo, por el contrario, la conducta es más bien semejante al(a) estudiante quedabien; aquella persona de estudios primarios que levanta la mano al menor pretexto, aun sin tener la respuesta correcta, hasta para llevar el café al escritorio o limpiar las gafas aun cuando nadie se los pida.
Ya se ha dado cuenta de la inoperación o, por lo menos, operación deficiente en lo que refiere a los programas desde CONACYT; hasta en aquellos que ya operaban medianamente bien.
Hay una larga es lista de omisiones, entre otros esta columna ha dado cuenta de: Ventiladores ausentes pero presumidos, control de satélites Mexsat en riesgo de perder su control, desarticulación de sociedades científicas, falta de ministraciones a proyectos exitosos y cancelación inmerecida de otros mas –particularmente los de sustentabilidad energética-.
La presión presupuestaria en muy grande, difícil de resolver, para que la CTI se posicione como parte de la política pública hacia el bienestar social. Un hecho que tampoco debe ser pretexto.
El gasto en CTI es una inversión, tanto en lo público como en lo privado.
La cosa empeora pues CONACYT lanza una propuesta de reforma a la Ley de Ciencia y Tecnología, LCyT, sin consensuar con la comunidad, con consultas hechas a modo. Sin invitar, considerar o asimilar las iniciativas sociales como la de ProCiencia.
Falta oficio político en CONACYT; ha faltado históricamente, a la par del desinterés del titular federal y de los estados.
En este sentido, en los estados, dentro de la ruta 2021, las entidades federativas en contienda gubernamental han de estar buscando sus cuadros. Una componente en CTI es mas que relevante y recomendable, aunque no les parezca sería un diferenciador en la forma de gobernar. Vean a Estonia.
Integrar a conocedores de CTI en un equipo de trabajo político no es sencillo. Lo mas común son dos perfiles: Uno que quiere poner museos de meteoritos en su pueblo natal sin que eso sea relevante para una política pública que busca resolver problemas de la sociedad. Otro perfil es el de estudiante quedabien, que sin opinión propia corre a barrer el paso sin siquiera tener oficio, respuestas o propuestas.
En el primer perfil al menos hay iniciativa en la espera de resultados espontáneos y eventuales. En el segundo se acalla cualquier iniciativa, el servilismo es improductivo, a menos que se trate de traer tortas.
Ninguno de los perfiles favorece construir soluciones desde la CTI hacia los requerimientos sociales. Buscar es la tarea para quienes aspiren a gobernar.