Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
Desde que el satélite ruso Sputnik fue lanzado se han incrementado los objetos en la órbita terrestre.
Los productos tecnológicos flotando en un medio de baja fricción incrementaron bajo una muy intensa carrera espacial; desde la guerra fría hasta la de las galaxias, no la serie de filmes sino la promovida para destruir misiles con satélites armados.
Necesidades en telecomunicaciones, monitoreos espectrales de biota, temperatura y otras variables ambientales, pronóstico y seguimiento meteorológico, así como muchas aplicaciones mas, tienen pilar en los satélites artificiales.
La industria satelital incluye productos de diversos tamaños, desde las enormes estaciones espaciales hasta nanosatétiles.
Asombrosas imágenes de estrellas, de la Tierra y otros planetas han sido dadas a conocer desde la agencia espacial estadounidense, con efectos de alta popularidad a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Diversos aplicativos para dispositivos móviles ponen al alcance de toda la población productos interesantes; desde sistemas de pronóstico atmosférico hasta sintonización de emisoras radiofónicas alrededor del mundo.
La Unión Europea, Estados Unidos, Rusia, China, India, Japón y algunos otros cuentan una muy pujante industria de satélites, con base en su CTI, para cubrir un mercado creciente. El resto de los países somos consumidores.
La Agencia Espacial Mexicana, AEM de la SCT, con pocos lustros de vida, no tiene estructura ni medios para financiar proyectos de gran envergadura, diversas administraciones federales, incluía la 4T, la han dejado al margen. Es más una oficina para reproducir normas de uso del espacio aéreo mexicano para espectro de telecomunicación.
La AEM ha signado algunos convenios con universidades para insipientes esfuerzos en el uso de productos desde la CTI, hay una inexistente industria de satélites en México.
En ese contexto, México ha contribuido a los objetos en órbita con el sistema de satélites Morelos; antes del cuál las comunicaciones de seguridad nacional se contrataban a terceros.
Así de importante es contar con una industria de satélites y, para ello, con una CTI consolidada y fortalecida.
Vale puntualizar que los desechos orbitales resultan de diversos factores; el tiempo de vida útil y las colisiones se encuentran en la lista.
En 2015 se lanzó el satélite Morelos 3, costó mas de 2,600 millones de pesos. Este elemento del sistema satelital mexicano, conocido como Mexsat, fue fabricado por Boeing, a ese monto se añaden gastos de lanzamiento y pólizas de seguros.
Le puede parecer un monto alto, pero el beneficio de contar con un sistema de satélites propios es de la mayor relevancia y seguridad nacional. Y sería indicio y consecuencia de otras acciones de política pública, como en la CTI.
Sin embargo, no es suficiente contar con el satélite, habrá que usarlo intensivamente. Tampoco es el caso del Morelos 3, reportes recientes dan cifras precisas de la subutilización; reflejo de una débil industria.
Es natural que entidades como Marina, Ejercito y Guardia Nacional hagan uso de las capacidades de telecomunicaciones encriptadas y con posibilidad de programar algoritmos avanzados.
Ya que se reporta tan sólo un uso de 2,400 de los 7,200 servicios simultáneos con que cuenta el Morelos 3, el margen de utilización aun es amplio.
Otras agencias como Centros Públicos de Investigación coordinados por CONACYT podrían ser usuarios. Pero no hay planes para ello, desde Insurgentes Sur, en la CDMX, hay más preocupación en conservar el puesto con políticas dislocadas de la realidad.
La vida útil del Morelos 3 y las colisiones con otros objetos son riesgos latentes.
Este miembro del Mexsat podría ser un desecho mas al dejar de lado su uso; mientras está subutilizado y tampoco se promueve un impulso a una industria en el tema a partir de la CTI.
Adquirir otro satélite costará mucho recurso público, desperdiciado para impulsar a México. De beneficio limitado es nuestra contribución a la basura espacial.