Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
Nunca el ciudadano potosino en general había sido tan indolente. Nunca habíamos fallado en materia de solidaridad con tanta vergüenza. Si bien habíamos hecho bandera nuestra capacidad de confrontar a las autoridades, esta vez el pueblo de San Luis Potosí está dejando una terrible marca en la historia reciente. Está actuando contra sí mismo y no contra la opresión o la imposición como las generaciones pasadas.
Este monero (por causas de fuerza mayor) ha tenido que desplazarse por la ciudad un par de veces y ha sido testigo de que la gente está rechazando el uso de cubrebocas, con una actitud no solamente apática sino definitivamente ridícula. Como lo he dicho en otros medios esto no es un asunto de creencias, ni siquiera de política, este es un asunto de respeto a la verdad y la información que puede salvarnos, la terrible evasión de los datos que se están propagando por todo el planeta, en forma de información veraz y comprobable. Pero en nuestra estupidez pensamos que tenemos opción de creer o no en los postulados científicos y técnicos emitidos por las más altas autoridades científicas en los temas que comprende la crisis sanitaria del Covid 19.
Por poner un burdo ejemplo, a la ley de la gravedad le importa un bledo si crees o no en ella, si te avientas de un avión sin paracaídas, te vas a convertir en una mancha en el suelo. Es un hecho y en él no tiene cabida tu opinión. No es asunto de voluntades, creencias o decisiones personales.
La libertad del ciudadano es tan grande como los límites que la ley y las necesidades de la sociedad lo permiten. Y en este caso el ciudadano no es libre de escoger si quiere o no participar en el esfuerzo conjunto para contener el fatal contagio que significa este terrible mal.
El mes del semáforo en rojo -del que apenas hoy salimos, pero podríamos volver a regresar- es un indicativo de la baja civilidad que estamos demostrando en conjunto. Y si bien nos muestra una actualidad indiscutible, también este color nos muestra el panorama futuro en el que se hunde poco a poco pero irremisiblemente nuestro estado.
Muchos de los que están evadiendo la responsabilidad civil en esta contingencia, pronto caerán enfermos por este virus y tal vez sobrevivan en su anonimato, callando las omisiones y su ignominia. Mientras que algunos lamentablemente perderán la vida y se llevarán a la tumba no solamente su ignorancia y terquedad, probablemente desde su ataúd se originarán filamentos negros que marcarán el contagio a otros seres humanos que yacerán en silencio en su sepulcro, tal vez sin saber quién les condenó a muerte.
Es tan fácil como hacer cualquier resta aritmética de segundo de primaria.