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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 18 de septiembre de 2018.- La mayor parte de la vida de Antonio Aguilar, hombre de 58 años de edad, ha transcurrido en la explanada Ponciano Arriaga en San Luis Potosí, donde durante 42 años ha practicado el oficio de huarachero.
“A los 16 años aprendí de un maistro, porque a mí no me gustaba el estudio y me trajeron a trabajar. Mi mamá me trajo, porque no tenía otra cosa qué hacer”, relató entre una sonrisa don Toño.
El oficio de huarachero ha sido el único que ha conocido toda su vida y trabaja diariamente sin descanso “en lo poquito que le van encargando; somos como 10 y tenemos años aquí, estamos hasta los domingos, no descansamos. Yo me vengo desde las nueve de la mañana y me voy como a las siete de la tarde”, narró.
Don Toño, el mayor de cinco hijos, fue el primer huarachero de la familia y posteriormente sus hermanos siguieron su oficio. En la actualidad uno de sus sobrinos trabaja de huarachero y todos ellos en la explanada Ponciano Arriaga, en la zona conocida como “la de los huaracheros”.
“Aunque huarachero se quedó como un nombre simbólico, porque ya son poquitas zapaterías donde venden el huarache; lo que más piden ahorita es coser tenis porque hay mucho zapato chino que solo viene pegado y puros de esos nos traen”, comentó con un dejo de añoranza.
Ahora se definen como zapateros y además del calzado, también reparan mochilas y pintan chamarras.
Su herramienta especial para coser zapatos “se llama máquina giratoria y yo mismo le doy mantenimiento; hay que lavarla y echarle su aceitito, es pura mañana, yo la tengo con unos alambres agarrada, porque es muy trabajoso quitarla” dijo un poco apenado.
Antonio está orgullosamente “bien casado” y tiene dos hijos, pero a ninguno le gustó el oficio de su padre, sin embargo, considera que aún hay futuro en su trabajo y no lo ve con el riesgo de que pudiera llegar a extinguirse, pues dijo, siempre habrá “un poquito de chamba”.
Por desgracia la inseguridad sí es algo que pone en riesgo su labor y aunque su herramienta la resguarda en una pensión, porque los huaracheros son testigos de los robos que a diario se registran en el lugar.