2025: los desafíos del desarrollo
En condiciones de crisis económica una acción directa es, en modelos neoliberales y en otros, también, reducir el gasto público y focalizar la inversión pública en proyectos productivos que reactiven la economía.
En despropósito, actualmente se ha afectado la inversión en becas a recursos humanos para continuar estudios superiores.
Diferentes tipos de becas, ordenadas por nivel, ofertaban los centros públicos de investigación, CPIs, a estudiantes inscritos en programas educativos.
Se becaban estudiantes de licenciaturas para realizar servicio social, prácticas profesionales y tesis o reporte de graduación. Se solicita promedio competitivo, regularidad en materias y otros aspectos académicos.
Los entregables por el apoyo eran reportes del trabajo realizado que podrían incluir datos experimentales desde actividades de ciencia, tecnología e innovación, CTI. Tales reportes eran revisados por cuerpos colegiados donde la o el becario tuviera inscripción; incluso sesiones continuadas de revisión y corrección eran comunes.
Además de lo anterior, el esquema abría posibilidades de inserción en programas de posgrado, si la o el becario se interesara y cubría los requisitos de competitividad para su admisión.
Se trata de una cadena productiva en la irreductible formación de recursos humanos altamente capacitados que requiere nuestro país. Irreductible hasta ahora.
Sin intermediarios, como ahora se argumenta desde palacio nacional, la juventud mexicana tenía opciones con una base competitiva para incursionar en la CTI mientras que, a la vez, satisfacía lo requisitos hacia la obtención del grado.
Todo lo anterior se ha acabado con los recortes presupuestarios a los CPIs.
Dirán desde CONACYT que las becas de posgrado siguen vigentes; aunque no aceptarán que ha habido retraso en las ministraciones, incluso en las becas de investigación que otorga el SNI a los investigadores de nuevo ingreso –así sucedió el año pasado, ya veremos en éste-
Pero en esa defensa sin sentido se olvidaría que las becas de pregrado, las comentadas arriba, permitían captar talentos para posgrados en CTI, en todas las áreas del conocimiento de la humanidad.
Lo que trato es la afectación en los apoyos que los CPIs, mismos que forman parte de la administración federal, han dejado de otorgar para estudiantes. Apoyos directos al cumplir requisitos académicos competitivos y que se liberaban con entregables auditables.
Es obvio que esta clase de recursos financieros no es gasto sino inversión en un intangible importantísimo: Recursos humanos.
En cadena, con la pérdida de estas becas habrá afectación de largo plazo a México.
Tampoco sería extraño se diga que ahora, en tiempos post-neoliberales, hay becas para todos.
Tal dicho sería un absurdo, pues, en todo caso, los fines son deferentes: Las becas generales tienen riesgo electorero y motivo social mientras que las becas en CPIs fomentan inserción de nuevos talentos a la CTI mexicana con base en evaluación de ingreso y egreso.
Además, tomemos en cuenta que, del total de estudiantes que obtienen un grado de licenciatura, la enorme mayoría proviene de universidades públicas.
Es decir, un muy alto porcentaje de las becas en comento eran beneficios directos a jóvenes provenientes de las clases media y baja mexicanas.
Personas provenientes de familias trabajadoras que ven desaparecida la oportunidad que tales apoyos abren por visiones cortoplacistas y dislocadas de la realidad.
Todo eso se ha perdido con los recortes de este 2020. Si se restableciera con el PEF 2021, tardaremos un lustro en recuperar los talentos perdidos o bien en retomar el rumbo, pero hay que hacerlo.
Tales talentos, quienes se arriesguen, podrán hallar oportunidades en el extranjero; no perderán si rompen las barreras que México les impone con sus decisiones actuales.
En complemento, México pierde todo, talento, recurso humano, y, en el límite, contar con mayor capacidad para que la CTI construya soluciones a las necesidades nacionales.