
La República de la prosperidad compartida
Recordemos que en 1994, Carlos Salinas de Gortari, entonces presidente de México, fue el que inauguró el primer tratado comercial con EEUU y Canadá y, con ello, dinamizar la económica del país, aunque eso no gustó a diversos sectores, como los zapatistas del EZLN.
Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos ha sido la consigna latinoamericana para exculpar a nuestro país de estar más apegado al gringo norteamericano que a la parte baja del continente. Y, sin duda, el “obradorismo” lo sabe, y por ello, tuvo que concluir las negociaciones para el TLC 2.0, llamado T-MEC y, del cual, el actual presidente quiere agarrarse para levantar la alicaída economía local.
Porque sabe López Obrador que, ante la falta de certidumbre, reglas claras para los inversionistas extranjeros (lo dijo en días pasados el embajador de EEUU en México, Cristopher Landau), este renovado tratado comercial tendría que ayudar a la 4T a reactivar los sectores productivos y, ahora sí, tener números positivos en el índice del Producto Interno Bruto en los próximos años.
Este nuevo acuerdo comercial, recordemos, no estaba previsto en la lista de prioridades del entonces candidato Donald Trump e, incluso, llegó a mencionar que pretendía cancelar el TLC por ser desventajoso para ellos; argumentaba que sólo México se beneficiaba. Claro está, todo esto sabemos forma parte de la estrategia mediática del mandatario estadounidense que es gustoso de amedentrar, acorralar, para después sacar provecho de las negociaciones.
Lo curioso del T-MEC (Tratado México, Estados Unidos y Canadá) o TLC 2.0 es que forma parte ya de la política económica del hoy presidente mexicano y así de facto da el visto bueno a una de las políticas más neoliberales de su villano favorito, Salinas de Gortari. Y aunque sabe que no estar con T-MEC es peor a estarlo, en los hechos, avala políticas que él cuestiona todos los días en sus conferencias de prensa mañaneras.
Empero, T-MEC por sí solo no atraerá las inversiones, principalmente extranjeras. El cambio de reglas del que hablo el embajador norteamericano preocupa, sobre todo al sector energético y la incertidumbre ha hecho que la economía en tiempos de coronavirus se vea mermada y con dudas grandes sobre la rapidez de su recuperación. El discurso “antiempresarial” de López Obrador (entre líneas llamó conquistadores a empresarios españoles) no abona y más en tiempos en que el mundo buscará la manera de incentivar a las grandes corporaciones a invertir en sus países. Y aquí, en México, incluso se cancelan proyectos.
Qué curioso, por un lado se construye un muro, se presiona para que la Guardia Nacional pare a los migrantes centroamericanos, se ve la manera de regresar a los ilegales a sus países de origen… y a contracorriente de esos escenarios, Donald Trump aprueba T-MEC y busca la presencia de López Obrador en su país en plena campaña electoral.
“Es la política” (¿recuerdan la frase en la campaña electoral de Bill Clinton “the economy, stupid”?). Algo parecido.
Twitter: @icalderon_