Trump, ¡uy que miedo!
Ésta es la tercera entrega de la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, en tiempos electorales; no son del cólera sino de COVID-19, igual tiempos de realismo mágico, aunque impregnando del surrealismo tropical más profundo.
El Ángel Exterminador (Buñuel, 1966), encarnado en la voluntad de Huey Tlatoani desde Palacio Nacional, impide se mueva alguno sino al unísono en autodefensa; la sombra del oso negro aparece para preservarse en escaño y puesto.
Como ya he apuntado, los tiempos electorales corren vertiginosos, avanzan las alianzas, por ejemplo, de tucanes regeneradores del trabajo. Aliados aun cuando la generación energética, al menos en propuesta, implica uso de fósiles, en más de un sentido, y ese hecho incrementará el impacto ambiental antropogénico tanto como la huella de carbono en productos. No tiene nada de verde, pero el tucán vuela con regenerada compañía. Así de surrealista.
Sobre los Estados.
Los Olvidados (Buñuel, 1950), desde sus entidades, en automarginación, con trágicas muertes e infructuosos esfuerzos institucionales han hallado una oportunidad para sacudirse el yugo de pacto fiscal: Impuestos a la generación de energía con recurso contaminante.
Largas serenatas de violines se podrán concretar como un futuro viaje por navío en el río. Mientras sucede, diversas vicisitudes aparecerán antes de que la edad permita vivir la emancipación en tiempos del cólera (García Márquez, 1985).
Algunas entidades federativas, en voz de gobernadores actuales, buscan medidas para tener recursos financieros. El argumento es razonable. El combustóleo es la peor alternativa para generar electricidad.
Preservar el medioambiente a la vez de sostener el impulso económico es una política correcta, no así buscar puesto a ultranza.
Incorporar profesionales de la CTI en los cuadros de los Estados es una alternativa para, con hechos y no opiniones, se construyan planes de gobierno en los Estados Libres y Soberanos.
Hacen falta Centros Públicos de Investigación, CPIs, que atiendan las necesidades de las entidades. Los que hay obedecen a la federación.
CONACYT, un consejo del gobierno federal, coordina y administra los recursos de los CPIs, les hace mano de puerco con gran facilidad, no hay correspondencia a las necesidades locales y ahora más que nunca se observa: Así o mayor realismo mágico.
La defensa del medioambiente; del agua, bosques y desarrollo urbano; del impulso industrial automotriz, aeronáutico y nanotecnológico; entre muchos más, se halla en las soluciones que pueden ser construidas desde la CTI para las Entidades Federativas.
Tanto como a nivel nacional, en lo local, la CTI también permitirá proteger los intereses de gobernados e incluso ofertar soluciones mutuas por regiones al mundo entero.
Se debe complementar la cadena productiva local en CTI. Algunas universidades estatales ya tienen el eslabón de la formación de recursos humanos y generación de conocimiento. No obstante, a pesar de contar con leyes locales, la figura de Centro Público de Investigación Estatal, CPIE, ha sido escasamente explorada y explotada.
CONACYT ha reiniciado la consulta pública para una Ley General de Humanidades, Ciencia, Tecnología, e Innovación, o como resulte se llame.
Esta ley podría tener carácter general y posiblemente aplicable a todos los órdenes de gobierno. ¿Cómo defenderán los intereses locales, con base científica, en los estados ante acciones federales?
Me parece correcto que los estados defiendan y definan impuestos locales por impacto ambiental al uso de combustóleo, pero no es suficiente.
La CTI en CPIEs podría ser para proteger los intereses locales, es muy relevante, y permitirá reconocer que hay muchos México en nuestro país.
La CTI con enfoque local no impide la presencia federal, pero de aprobarse una ley general quizá sí suceda a la inversa.
Los aspirantes a gobernar en Estados de la República podrían dar impulso en favor de sus gobernados en la ruta 2021; no se queden encadenados a Macondo.