
Los niños que fuimos
El día para la elección para gubernaturas, diputaciones federales y locales, así como para las presidencias municipales, se acerca muy rápido. La agenda del proceso no se ha cambiado, quizá sufra ajustes, pero eso ya se verá.
Con ello resurgirán temas como inseguridad y violencia, pobreza versus bienestar, corrupción y su combate, desarrollo económico, etcétera. Serán muy frecuentes los señalamientos entre competidores; es parte esperada del proceso.
En boca y discurso de quienes aspiren a algún puesto de elección popular revivirán necesidades como educación, telecomunicaciones, caminos carreteros y movilidad, salud, agroindustria, medioambiente, energía y manufactura entre otras necesidades que tiene México.
Estas problemáticas son reales y requieren soluciones con un presupuesto público finito, pequeño, mejor dicho; en el contexto de contracción económica, crisis para ser exacto; compitiendo por otras necesidades nacionales bajo pretensiones electorales de actores y actrices de la política.
Una paradoja para la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, es que ésta no es un problema, sino proveedora de soluciones; se construyen soluciones a partir de CTI. Aunque eso no evita sea ausente en planes de trabajo y campañas políticas.
Lo paradójico es que al ser solución y no problema sale del discurso cuando debe estar en él para hallar respuestas a las necesidades reales.
Ahora, revisitemos brevemente lo electoral.
Las alianzas políticas en diversas modalidades se están siendo apalabradas, negociadas y hasta anunciadas. Eso ya está sucediendo.
La cámara de diputados del congreso de la unión y las gubernaturas escenificarán contienda de mayor interés.
Adicionalmente, las elecciones se ganan con votos, parece obviedad, pero de ahí que la fuerza electoral se proyecte en el espacio y magnitud –número de personas mayores de 18 años- de huestes, filias y fobias.
Ahora contemos a los profesionales de la CTI. Partamos, sólo como referencia, del Sistema Nacional de investigadores, SNI.
El SNI tiene poco más de 30 mil miembros, todos mayores de edad y potenciales votantes tanto como promotores de voto en su ámbito familiar. Si suponemos otro tanto de aquellas personas que han estado o pretenden estar, es razonable, llegamos a 60 mil. Luego, incluyamos a estudiantes, técnicos, docentes y divulgadores. Además de un factor por entorno de influencia.
Sin gran error podríamos pensar en varios cientos de miles de personas interesadas en la CTI. Algo como entre un 1.5 y 2.5 % de los votos que llevaron al actual presidente a palacio nacional.
Nada despreciable en una contienda electoral cerrada; tal y como se espera en el 2021.
Con esos números en mente, debemos reconocer que se tendrá diferente peso en elecciones distritales dependiendo de la entidad federativa densidad de habitantes en el padrón electoral.
Pero sin duda no es despreciable.
Luego, entonces, si la CTI ofrece soluciones a diversos problemas nacionales y, aunado a ello, el peso electoral no es despreciable en contiendas cerradas, es razonable impulsar que la CTI en sus diferentes temas se halle en la boca y discurso de quienes aspiran a puesto de elección.
No de dientes para afuera y tampoco con planes dislocados, como aquellos que califican a la CTI como occidental, originaria, neoliberal u otros disparates.
Con convencimiento, sensibilidad social e inserción en planes de trabajo, así como estrategias para las soluciones que requiere nuestro país. Región por región, Estado por Estado.
Las soluciones basadas en CTI requieren trabajo, tiempo y financiamiento. Los discursos requieren claridad estructurada.
Es una fuerza electoral que debe ser impulsada más allá de lamentos por profesionales de la CTI, la fuerza motriz es por acciones concretas: Incluir a la CTI en las acciones y planes de trabajo de quienes aspiren a puesto de elección.
Hay muchos ejemplos para las soluciones, debido al espacio disponible y la importancia del tema iré tratándolos en siguientes entregas.