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AQUISMÓN, SLP., 13 de junio 2020.- Justo en la frontera entre Aquismón y Tamasopo comienza la aventura. De hecho el río Gallinas es precisamente la división natural de ambos municipios, pero lo mejor de todo es lo que deja a su paso por El Jabalí, un ejido al que se llega luego de cuatro kilómetros desde el entronque con la carretera Valles-Rioverde.
LA GALERA
Virar hacia la derecha en la primera esquina, permite ingresar a la pavimentada calle Luciano Márquez, arteria principal que nos dejará frente a la galera ejidal, donde -de entrada- la presencia de juegos infantiles convirtió la antesala de la ribera en una especie de parquecito. Más abajo está la primera playita, ideal para una convivencia familiar sin riesgo.
Enfrente, el riachuelo forma las primeras cascaditas por partida doble, que circundan por ambos lados una pequeña meseta que al estar rodeada de agua se convierte en una isla diminuta. Más atrás están los lechos profundos, donde nadan patos y algunas aves se abastecen de la fauna acuática que constituye su alimento.
Árboles enormes proveen de sombra al paraje, cada vez más limpio y bello, donde la accesibilidad provoca que los turistas de la zona –hartos de las aglomeraciones en las famosas sedes durante las temporadas vacacionales- busquen remansos más apacibles y despejados, llegando así a El Jabalí”, en el norte de Aquismón.
Y es que hay para todos los gustos: Sectores bajos y por demás seguros al alcance de la mano; y en la parte trasera -después de cortos senderos- las áreas profundas para los expertos. Porque el paso del río prodiga a aquel rumbo del ejido una variedad de atractivos a los cuales resulta difícil resistirse.
LA ALBERCA
Avanzando un kilómetro hacia el sur, un camino de terracería entre cañaverales nos dejará cerca del acceso a La Alberca: Sitio predilecto para los pocos privilegiados que conocen el paraje, al que se llega después de estacionarse en un espacio tan rústico como sus baños, sus vestidores y su puente de otates.
Es justo ese alejamiento de la zona poblada lo que le da un sentido de exclusividad, con espacio y tiempo suficiente para detenerse a recoger conchitas en sus arroyuelos, jugar en la fina arena, lanzar piedras redondas al agua, o simplemente deleitarse con el verdor del paisaje inigualable formado por el trayecto del río Gallinas.
Sorteando pequeños escurrimientos y escalando con facilidad por entre las enormes raíces de elevados sabinos llegamos al objetivo, para maravillarnos con su peculiar caída de diminutas cascadas por varios puntos de ese enorme remanso, que lo abastecen formando una especie de alberca natural, circundada por pequeña vegetación.
Su agua cristalina invita a introducirse, en una deliciosa experiencia a la que puede añadirse un poco de adrenalina lanzándose un clavado desde el mecate asido a uno de los enormes árboles, de los muchos que proveen de sombra y frescura al entorno, incitando a una prolongada y divertida estancia.
LAS CUEVAS
En El Jabalí las cuevas que aún encierran muchos misterios por revelar son complementariamente un atractivo que descubrir, con sus raros grabados y vestigios únicos. Por eso la próxima vez que decida cambiar de sitio para el esparcimiento, piense en este lugar –al norte de Aquismón- donde el entusiasmo de la gente los ha llevado a constituirse en comité local.