
¿Quién será el Papa 267?
Ante el increíble avance de una pandemia global, el gobierno de la llamada Cuarta Transformación -encabezada por Andrés Manuel López Obrador, presidente de México- ha tenido buenos y acertados momentos, como fue la elección del Dr. Hugo López-Gatell como mariscal en los esfuerzos contra la contingencia del COVID-19.
Sin embargo, muchas de las decisiones, acciones y pronunciamientos del Ejecutivo Federal frente a la pandemia han sido ampliamente criticados por su clara oposición a las brillantes mentes que trataban de dirigir -desde su posición como científicos y médicos- los esfuerzos coordinados en materia de salud.
El tiempo, factor fundamental, fue temerariamente menospreciado y la falta de preparación el caótico desajuste del sector salud del mismo gobierno, con la consabida escasez de equipamiento e insumos, aunado a la falta de protección dentro y fuera del hospital para el personal de salud, está ocasionando que esta epidemia avance más allá de los contagios en una oprobiosa manifestación de la incapacidad del gobierno mexicano y su falta de verdadero liderazgo.
Este monero (a veces un poco ateo) les ha prendido muchas velitas a todos los santos, pidiendo que salgamos victoriosos con ayuda de la organización ciudadana, la civilidad patriótica, la solidaridad (que nos ha hecho varias veces orgullosos a los mexicanos) y claro, con la buena dirección de los servidores públicos, quienes a pesar de la temprana incredulidad de la administración Federal han conseguido enormes logros, palpables hoy, y esperemos que fructíferos mañana.
Aun así, todo parece indicar que el desastre es inminente, a pesar de las buenas intenciones del Gobierno y la participación de muchos (no todos los mexicanos).