
Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
En México no se ha seguido rigurosamente el aislamiento social, aunque en algunas entidades federativas han apretado mas que otras. Pero hay un porcentaje nada despreciable de personas que sí se han aislado.
De contagios y muertes, las cifras oficiales tienen valor menor al real, para empezar por la simple razón que las pruebas no han sido suficientes, esto lo admiten las mismas autoridades con pretendida autodefensa de sus reflexiones.
No hay bases de datos consolidadas en biomedicina, cosa que no es exclusiva del reciente brote, sino mas un hecho cotidiano con el que, a manera de ceguera de taller, laboran los sistemas de salud públicos y privados.
No hay expediente clínico digital único, mucho menos uno que sea seguro para la protección de datos personales pero que permita tomar decisiones informadas de relevancia en salud pública.
No está clara, en términos científicos, la respuesta del sistema inmune ante el contagio, se haya desarrollado enfermedad o no. Tampoco si habría o no nuevas mutaciones del COVID-19, nadie es adivino para inferirlo.
Lo anterior, por listar lo obvio, parecen situaciones sin conexión entre sí. Pero veamos los detalles.
Al no haber información confiable y reproducible, no sabemos quiénes de aquellos que sí se han aislado fueron portadores o contagiados de COVID-19, aun cuando no desarrollen SARS-COV-2.
Pero vamos por partes.
Primero supongamos que los aislados no fueron contagiados, luego, cuando se levante el aislamiento y salgan serán susceptibles, hay la posibilidad que se contagien.
Ahora supongamos que los aislados sí estuvieron contagiados, al menos una parte porque de haber sido todos, con los porcentajes estadísticos globales, se habría saturado antes el sistema hospitalario.
Pues de los contagiados que estuvieron aislados no tenemos información, ninguna. Tanto porque las bases médicas no existen, o por lo menos ni están consolidadas ni son confiables, como porque no hay pruebas de medición.
En ambos casos es posible un segundo brote, un segundo pico epidémico.
Primero, el segundo pico es posible porque los aislados sin contagio se pueden contagiar. Segundo, lo es porque, aunque una parte de los aislados se hubieran contagiado, no sabemos quiénes son para darles seguimiento y comprender si el sistema inmune responde igual que en otras enfermedades.
El vocero federal tiene la premisa que la dinámica de contagio para COVID-19 es igual que para todas las otras enfermedades contagiosas, sarampión, viruela, etcétera. Esto no se sabe, aunque suena razonable pero no hay evidencia científica que permita asegurarlo.
Alguien podrá pensar que tampoco negarlo, podría tener razón, pero eso es apostar con vidas y seguir debilitando tanto al sistema de salud como la economía nacional ya que el segundo pico es posible.
Entretanto, el CONACYT se propone como maquiladora. Los recursos para ciencia, tecnología e innovación, CTI, se destinarán (es el mensaje velado pero obvio) a producir ventiladores.
Esa no es su función ni su capacidad. Su función está definida en la Ley de Ciencia y Tecnología, LCyT, vigente y no se halla la de producir en serie. Su capacidad es administrativa y de gestión, eso dice en resumen la LCyT, los hechos dicen que … bueno, ese es otro tema.
Se dice que Centros Públicos, CPIs, CONACYT producirán los ventiladores. Los CPIs tampoco tienen la capacidad de una línea de producción, no han sido diseñados para ello; y que bueno. Pueden fabricar prototipos y algunas réplicas, pero no tienen capacidad para una producción en serie.
Además, CONACYT y la Secretaría de Economía deben ser garantes que la CTI mexicana tenga raíz propia, por lo que hay contradicción provisto que los ventiladores son tecnología del MIT. ¿La copiarán violando derechos de propiedad industrial o sólo será maquila supervisada? Cualquiera que sea la respuesta implica que CONACYT está dislocando sus funciones.
En donde sí hay capacidades de CTI, tanto en los CPIs como en universidades e institutos de salud, es en el diseño de vacunas, no su producción. Pero ahí no se ha dicho si se financiará investigación, si habrá fondos o trabajos en CTI para tales fines.
Ya con una vacuna, el segundo pico es completamente regulable y de la misma manera brotes futuros.
Esto no es especulativo porque ha funcionado independientemente del mecanismo de contagio: VPH, Sarampión, Influenza –en diferentes tipos-, y muchas otras enfermedades dan cuenta real y científica de ello.
Lo que oímos la semana pasada es que CONACYT prefiere financiar maquila; ya que violar propiedad industrial de socios comerciales es casi imposible con las nuevas reglas T-MEC.
Tal anuncio luce mas como oportunismo que como una acción para atender el asunto.
Es mejor que CONACYT financie a los profesionales de la CTI para el diseño de vacunas usando toda la estructura instalada en México para biología molecular, biomedicina y métodos biomoleculares.
Que la maquila se la dejen a empresas con trenes de producción; que por cierto deben adaptar antes de producir, labor que no es fácil, pero que ya tienen con qué partir. Sea la Secretaría de Economía, u otra, quien financie y regule los temas de propiedad.