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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 18 de abril 2020.- Las medicinas de la maestra Trini se quedaron en la estricta revisión de la aduana francesa, pero el olor de la pasta de ajonjolí tostado no despertó el mayor inconveniencia entre los agentes; y la artesanía gastronómica cruzó sin problema el océano, desde la mera capital de la huasteca potosina.
Por eso la esposa del recordado profesor Domínguez presume sin cortapisas su creación.
“Y también ha llegado hasta Australia”, indica, mientras ve con cierto embeleso el pequeño bote de plástico de 100 gramos.
Ella no tuvo que cruzar la frontera como muchos otros mexicanos para triunfar, ella conquista el mundo desde el municipio potosino de Ciudad Valles.
Quizás en su memoria se acumulen las anécdotas de aquellos años iniciales de esa producción en la vieja huerta El Mohuite: Allá por el rumbo del fraccionamiento El Consuelo, antes de llegar a Tanzacalte, la profesora Trinidad Córdova había instalado junto a su esposo –el maestro Fernando Domínguez- un pequeño taller, por llamarlo de alguna manera, porque la mayor parte del proceso de elaboración, era bastante rudimentario.
Al paso del tiempo perfeccionó el instrumental y con ello el resultado de la antigua idea familiar, que se nutrió de ingredientes sentimentales tras el fallecimiento del laureado vallense (en octubre de 2006), y ahora, cada vez que se despacha un recipiente, se lleva un poco del corazón de la maestra, pero sobre todo, la rica fórmula de su dedicación.
“Porque el ajonjolí me lo mandan especialmente desde Culiacán, que es donde se cultiva el mejor”, dice antes de empezar a contar –con ciertas reservas- el proceso de elaboración en el que se incluyen diversos elementos, según la presentación: Con chile, sin sal, o natural. “Eso sí, todo sin conservadores”, aclara de inmediato.
Un par de vueltas a la tapa blanca y el aroma se desprende de inmediato, tentando a las papilas gustativas sin reservas. Aunque sea una tortilla caliente para untar, mínimo, pero el sabor que casi se absorbe y se desborda, hace un llamado irresistible a ser engullido de inmediato.
Y eso que todavía no leemos detalladamente en la etiqueta impresa toda la serie de bondades que ésta (a veces desconocida) oleaginosa ofrece: “Más hierro que el huevo, es una fuente potencial de lecitina –aún mayor que la soya- y de más fácil digestión para el organismo humano”.
Una fracción de este producto “contiene más potasio y sodio que un plátano o un vaso de jugo de naranja. Provee de un elevado nivel de energía y es una semilla con bajas posibilidades de crear alergias. Además puede acompañar un sinfín de elementos: Desde productos de repostería, hasta guisos y ensaladas”.
Ya una vez que abandonamos la lección y pasamos a la ingestión, comprobamos porque el sabor de esta artesanía gastronómica huasteca ha recorrido la región, el estado, el país y cruzado las fronteras internacionales sin mayor problema. O tal vez sí, el único riesgo sea que algún aduanal pida “su mochada” de pasta de ajonjolí de la maestra Trini.
Y después de probarla… no lo culparíamos.
MUY MEXICANO
Muy socorrido en gastronomía, el ajonjolí no solo se produce en Sinaloa, el estado que encabeza la lista y de donde lo trae la maestra Trini, sino también en Guerrero, Chiapas, Sonora, Michoacán, Oaxaca, Jalisco, Veracruz, Tamaulipas y Colima.