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ÉBANO, SLP., 18 de marzo de 2020.- Durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, en noviembre de 1936 el Sindicato de Trabajadores Petroleros reclamó a las compañías extranjeras mejoras salariales y sociales.
Ante la negativa, el gremio estalló en huelga en febrero de 1937; el Gobierno nombró una Junta de Conciliación, determinando que los norteamericanos e ingleses solo operaban los recursos sin respetar los intereses nacionales ni cooperaban para el progreso del país.
El 18 de marzo de 1938 el gobierno mexicano decretó la expropiación de los consorcios; en un elocuente mensaje radiofónico, el presidente Cárdenas expuso al mundo los motivos de esta determinación. Medidas represivas fueron el resultado, pero el pueblo se volcó en apoyo del Gobierno y con colectas públicas recaudaron el dinero para indemnizar a las compañías afectadas, que para 1943 habían aceptado las compensaciones.
Este año -en el municipio que formó parte de la historia de la República Mexicana por el citado acontecimiento- el LXXXII aniversario de la expropiación petrolera prácticamente pasará desapercibido, ante la cancelación del evento conmemorativo, por la alerta sanitaria que ha generado el Covid 19. Así lo determinó el Ayuntamiento a través del Departamento de Eventos Cívicos y Especiales.
SIEMPRE EN LA HISTORIA
Además de su participación clave en la Expropiación Petrolera, años atrás el lugar (aún sin ser municipio, pues pertenecía a Tamuín) ya se había convertido en noticia nacional cuando en 1915 sería escenario de la peculiar Batalla del Ébano, donde las tropas carrancistas derrotarían a las villistas, y que se hizo famosa por haberse utilizado ahí por primera vez en una contienda, los aeroplanos.
Retrocediendo más en el calendario, a principios de siglo pasado, Ébano se ubicó como la cuna del petróleo en la nación: Todo comenzó en 1901, cuando el gambusino Edward Doheny sabía de la riqueza del subsuelo ebanense, pero había fracasado en su intento de explotar por completo las chapapoteras en «El Tulillo», que recién había comprado a Mariano Arquinsoniz. Su empresa, la Ebano Fuel Company, estaba al borde de la quiebra, porque la producción de petróleo era muy baja.
Pero la ingratitud del presidente Porfirio Díaz al despedir al geólogo Ezequiel Ordoñez cambió la historia: Fue contratado por Doheny como asesor; y con la ayuda de Gerardo Meade, consiguieron un préstamo de 50 mil pesos con el Banco de San Luis Potosí, y a insistencia del exfuncionario se decidieron a perforar lo más cerca posible del cerro «La pez», transportando la pesada maquinaria e iniciando las excavaciones.
El 3 de abril de 1904, al llegar a una profundidad de 501 metros, brotó el aceite en el pozo «La pez» número 1, lanzando petróleo a 15 metros de altura, con una producción de 1500 barriles diarios, que se mantuvo varios años.
El acontecimiento inyectó a la población y a la compañía nuevos bríos: Cambiaron el campamento desde la estación al «Cerro de la Dicha», instalando la oficina principal en la cúspide, y los talleres y casas de empleados gringos, en la falda del mismo montículo.
Fortalecido con capital estadounidense, Doheny creó la Mexican Petroleum Company, extendiéndose en el oriente potosino y el norte de Veracruz. «La pez» –por su parte- llegaría en 3 años a los 527 mil barriles diarios, y para 1907 rebasaba el millón en producción; se abrieron presas, se tendieron vías férreas, se instalaron refinerías, plantas de destilación y hasta fábricas de tambores.