Ironía
La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a San Luis Potosí, será un nuevo acontecimiento social y político, pero tampoco es para hacerse muchas ilusiones, porque salvo que anuncie la construcción de la ansiada vía alterna a la carretera 57, no parece haber nada más espectacular en el horizonte.
Alicaído como llegará en popularidad según las encuestas más recientes, está el ingrediente de que en este estado no tiene números muy impactantes y su partido, Morena, si bien aparece como el favorito, el porcentaje de indecisos es mayor y por mucho.
De esta manera, su gira del próximo viernes podría reducirse a la entrega de programas sociales en Mexquitic de Carmona, donde realizará su mitin presidencial antes de partir a Zacatecas y no a la inauguración de ninguna obra, salvo que para ese entonces ya esté listo el Hospital Central, que tiene inyección de recursos federales. Pero, a cada rato posponen esa inauguración y según parece, en esta ocasión no será la excepción.
La ampliación de la carretera huasteca y del aeropuerto del municipio de Tamuín, son los otros dos proyectos con recursos federales. Y tan tan.
Ojalá AMLO se lance contra los conservadores, los medios de comunicación, las encuestas o de plano amenace con abandonar la conferencia mañanera o el evento en Mexquitic si los presentes la hacen de tos, para que haya nota.
La que se ha convertido en una ave de las tempestades es la coordinadora municipal de Derechos Humanos, Olga Liliana Palacios Pérez, quien ya cayó de la gracia de los regidores del PAN.
Y es que poco antes del inicio de la más reciente sesión de cabildo; Christian Azuara Azuara, Jaime Waldo Luna, Verónica Rodríguez Hernández y Dulce Karina Benavides Ávila, salieron del recinto, sin intenciones de regresar. Y no volvieron.
Según dijeron, están inconformes con el trabajo de Palacios, quien nunca responde a sus solicitudes de información.
Y si a eso sumamos que ella fue quien solapó al mando municipal Édgar Jiménez Arcadia en el desalojo de Teresa Carrizales Hernández que tiene al alcalde Xavier Nava Palacios con una amenaza de juicio político, se completa el cuadro.
Bastó una manifestación frente a la Presidencia Municipal para desnudar la ausencia de oficio político de la alcaldesa de San Ciro de Acosta, María Isabel González Serna.
El movimiento social pudo haberle permitido conectar más con la ciudadanía, pero ahora, solo logró más enojo social al no cumplir los acuerdos de retirar de sus funciones a los policías involucrados en una controvertida detención que derivó en una muerte.
Una parte de la población de San Ciro, que de por sí es brava, amenazó con volver a manifestarse.
Y la alcaldesa impávida, solo atina a responder con la macana.