Diferencias entre un estúpido y un idiota
Avanzan los meses, pero no la evaluación del gobernador Juan Manuel Carreras López en las encuestas de Roy Campos en Consulta Mitofsky.
Tanto en septiembre como en noviembre del año pasado, ocupó el lugar 24 de 32 y ahora en enero del 20-20, tampoco está entre los mejores del país.
Situación que por cierto, no hace que el mandatario potosino sufra ni se acongoje, porque al rato saldrá el sondeo de Massive Caller, donde lo tratan mucho mejor.
Lo cierto es que a partir de este año, habrá una gran danza de cifras de las encuestadoras no solamente para medir la popularidad del gobernador, sino de los próximos aspirantes a sucederlo.
Y no solo eso, también hay que prepararse para las encuestas patito que se realizan en internet, como en el caso del director del Centro INAH-SLP, Juan Carlos Machinena Morales, quien aparece en primer lugar. ¿Lo pueden creer?
Para quienes se quejan del regreso del Operativo Radar -en los próximos días-, ahí van unos datos para que saquen sus conclusiones.
Tan sólo de enero a septiembre del año pasado, hubo tres personas muertas y 64 heridas, debido a 251 choques vehiculares, principalmente en la avenida Salvador Nava.
Los horarios más comunes de siniestros son de 7 a 9 de la mañana, de 1 a 4 de la tarde y de 7 a 9 de la noche.
A eso hay que agregar la «natural» forma de conducir del potosino: sin fijarse.
Además el que nada debe, nada teme. Si el conductor respeta la velocidad, no tienen por qué llegarle multas.
Las obras del Hospital Central van igualito de lentas que las del Distribuidor Juárez y sus nuevos brazos, nada más con una diferencia: ahí no piden la bendición de la virgen ni se la pasan dando plazos, porque no los saben.
Al menos, esta información se desconoce oficialmente en el área de información de la Secretaría de Salud, donde están como en el desaparecido Cisen: se enteran de todo a través de lo que difunden los medios de comunicación.
Lo cierto es que al menos la fachada y por algunas fotografías que se han visto de su interior, las instalaciones lucen dignas, pero lo que los pacientes se preguntan es si podrán disfrutarlas antes que el famoso Insabi les provoque un infarto.