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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 31 de diciembre de 2019.- La Navidad y el Año Nuevo son fechas muy esperadas por los más pequeños del hogar, ya que son para pasarlas en familia, acompañadas de los regalos que trae Santa Claus para algunos o el Niño Dios para otros, pero hay casos especiales en los que estas celebraciones no se pueden llevar en la casa, sino en las paredes del nosocomio.
Es por eso que personas con sensibilidad, acuden al albergue del Hospital Central para llevarles un detalle o una cena especial.
La responsable de este refugio capitalino, Teófila Pardo, comentó con cierto desencanto que no todos los años puede llegar la cena o el juguete para las personas que ahí descansan. Sin embargo, el personal trata que sean fechas que no pasen desapercibidas.
“Recibimos a personas que vienen de las comunidades con familiares que se encuentran internados en el hospital, aquí se albergan hasta quince días, todo depende de los tratamientos a los que se someta el enfermo. Por lo regular, familiares los acompañan a sus sesiones de oncología”, relató.
Para Navidad y Año Nuevo no hubo nada preparado en especial, pero integrantes de las asociaciones civiles o samaritanos, llegan por su cuenta y les donan comida y cosas. “Nos hablan por teléfono y nos avisan que traerán algún donativo”, indicó.
Teófila Pardo dijo que no es extraño que estas buenas acciones se observen en estas fiestas especiales decembrinas. Personas arriban a las puertas del albergue y “nos avisan que traen cenas para el día 24 o para Año Nuevo y las recibimos”.
Indicó que a los menores de edad les obsequian dulces y juguetes para que mantengan viva la ilusión, a pesar del difícil momento de salud de sus seres queridos.
ABRAZOS FRATERNOS
De forma regular, el cobijo del albergue es para 80 personas, pero en esta época quienes tienen el recurso económico regresan a sus comunidades para pasar Navidad y Año Nuevo en familia, o bien, quienes ya dieron de alta en el hospital. Pero quienes no pueden hacerlo, pasan estos días especiales con otras personas y entre todos se dan ánimos y abrazos de buenos deseos.
“La mayoría de las personas que se queda con nosotros, lo hace de lunes a miércoles, porque de jueves a sábado son menos, debido a que vuelve a sus sitios de origen. En las dos últimas semanas del año, tenemos pocos registros, quizá unas 20 personas que tienen hospitalizados a los más enfermos”, declaró Teófila.
BRILLO EN LOS OJOS
Teófila tiene 14 años de trabajar en el albergue y ha visto pasar cientos de historias. Dijo que no hay manera de explicar la sonrisa de un niño al ver sus regalos o de los propios adultos que con el pretexto de una cena navideña dejan de lado la delicada situación por la que atraviesan.
En el caso de los más pequeños del hogar, estos momentos son muy emotivos y a la vez desgarradores, ya que algunos están bajo tratamiento de cáncer y aun con su desgaste físico y el peregrinar en consultorios y camas hospitalarias, sus ojos brillan al ver un regalo, un juguete que para quienes están sanos, parecería algo simple, pero no es lo mismo con los que padecen malestares y dolores.
“Es bonito, porque uno tiene todo, incluyendo la salud; pero ellos no, y lo poquito que uno les puede dar y ayudar, lo reciben con todo el gusto. Ahorita por ejemplo tenemos una niña que está recibiendo tratamientos oncológicos, con apenas cuatro años de edad, mucho tiempo con tratamientos y más de medio año viviendo con nosotros. Siempre está triste y llora mucho, pero le daremos alegría en Navidad. Hacemos todo lo posible porque todos los niños estén bien, que no les falte desayuno, comida y cena diario y que tengan un lugar para dormir”.
En el caso de los adultos, “tenemos señoras que vienen solas y debido a los tratamientos no se pueden ir porque viven lejos y ya no les alcanza el dinero para regresar, y aquí tienen que pasar Navidad y Año Nuevo, pero hace unos días nos donaron cobijas y ropa abrigadora, gracias a la Carrera del Abrigo que tiene muchos años de hacerse a favor de quienes están en el albergue”, dijo Teófila Pardo.